Hazte premium Hazte premium

Julio Verne y los cefalópodos

Sus descripciones son más que correctas, con abundantes referencias a los gigantes del mar

Julio Verne y los cefalópodos abc

cistino álvarez

¿Quién no ha disfrutado, siendo muy joven, de las novelas de Julio Verne? Verne nació a la orilla del Loira, en Nantes. Hoy se l e considera un precursor de lo que llamamos ciencia ficción, cuando en realidad fue un curioso de todos los adelantos científicos de su época, aunque es cierto que supo adelantarse a ella. Desde pequeño destacó en Geografía, lo que queda de manifiesto en las completas descripciones de los países que atraviesan sus personajes, desde el África de «Cinco semanas en globo», la Rusia de «Miguel Strogoff», la Sudamérica de «Los hijos del Capitán Grant»… o el mundo predominantemente anglosajón que recorre Phileas Fogg en «La vuelta al mundo en 80 días».

Esos conocimientos geográficos, unidos a los ictiológicos, llenan la que tal vez sea su obra más popular: «20.000 leguas de viaje submarino». En general, sus descripciones son más que correctas, incluidas las de la Luna (al menos su cara visible) en «De la Tierra a la Luna» y «Viaje alrededor de la Luna». Volviendo a la odisea submarina del capitán Nemo, el profesor Aronnax y el arponero Ned Land, hay abundantes referencias a reales o supuestos gigantes de los mares, entre ellos el fabuloso kraken o pulpo gigante (luego resultó ser un calamar) capaz de arrastrar al abismo a barcos mercantes. Cefalópodos gigantescos como los que atacan al «Nautilus»; los pulpos, entonces, tenían muy mala fama; pobres pulpos, animales tímidos y amantes del marisco…

La receta de los buenos chipirones

El kraken, como decimos, resultó calamar, demasiado grande para ser comestible, me temo. Busquemos una receta con chipirones que sea digna de la literatura de Verne, que requiera dominio de la técnica y curiosidad; podría ser una realización de Martín Berasategui, que presenta unos falsos ravioli que son una exaltación del chipirón: sus cuerpos, reducidos a finísimas láminas, sustituyen a la pasta; el relleno es su propia tinta, y la salsa un concentrado consomé hecho con los tentáculos. Un plato que podría haber servido a bordo del «Nautilus» el cocinero del capitán Nemo, que sólo admitía productos del mar.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación