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Así contó ABC la boda de los Príncipes de Asturias que «reforzó los vínculos de la Corona con la sociedad»

Casi 20.000 agentes, 1.200 invitados, 25 millones de telespectadores… y este diario como testigo de excepción del enlace más importante de España desde principios del siglo XX

Así contó ABC la boda de los Príncipes de Asturias que «reforzó los vínculos de la Corona con la sociedad»

ABC.ES

Más de 1.200 invitados, representantes de 24 casas reales, todos los presidentes autonómicos (incluido el lendakari Ibarretxe), 14.500 policías nacionales, 3.200 guardias civiles, 1.000 policías municipales , cuatro F-18 sobrevolando la ceremonia ininterrumpidamente, cierre de las fronteras y del espacio aéreo de Madrid, más de 25 millones de telespectadores, 5.600 medios de comunicación acreditados… y ABC, que acababa de cumplir los cien años de vida, ocupando un lugar privilegiado para cubrir la que posiblemente fue la boda más importante de la historia de España desde principios del siglo XX .

Aquí reproducimos la crónica principal del enlace (« La boda de Estado refuerza los vínculos de la Corona con la sociedad y los poderes públicos ») entre Don Felipe de Borbón y Doña Letizia, que se publicó el 23 de mayo de 2004, para que revivas aquel día como si fuera hoy mismo:

«"Símbolo de esperanza, semilla de continuidad dinástica y garantía de estabilidad para la Monarquía Parlamentaria que establece nuestra Constitución". Con esas palabras describió Su Majestad el Rey Don Juan Carlos el significado de la boda de Estado entre el Príncipe de Asturias, Don Felipe , y Doña Letizia Ortiz , desde ayer Su Alteza Real la Princesa de Asturias. El brindis en el almuerzo del Palacio Real, ante 1.700 invitados, entre ellos los máximos representantes de todas las instituciones del Estado, fue el epílogo a unas intensas jornadas de preparativos, tanto en el plano protocolario como político.

La agenda oficial de los Príncipes de Asturias y los cambios que requiere la Constitución para evitar la discriminación de la mujer en el acceso a la Jefatura del Estado son dos de los retos que afronta desde hoy la Monarquía , en un entorno en el que la Institución ya no está al margen de las interpretaciones y miradas críticas. Pese a las voces discordantes sobre los costes del enlace, tanto el Gobierno como la actual oposición han vuelto a encontrar en la Corona un elemento de cohesión y consenso.

El PSOE ha cumplido, de entrada, con la promesa de dar mayor realce a los papeles tradicionales de la Familia Real , tanto en el plano internacional como en el interno, con gestos que tratan de superar el hecho de que el Gobierno esté apoyado por formaciones como ERC e Izquierda Unida, cuyos principales dirigentes no han perdido la oportunidad de cuestionar la Monarquía. El elogio del propio Rey en su discurso de brindis al Ejecutivo –con "hondo sentido institucional» describió Don Juan Carlos la declaración y el apoyo del Gobierno a la Boda de Estado– da cuenta de la complicidad establecida entre el presidente José Luis Rodríguez Zapatero y la Corona. En cuanto al PP, se ha mostrado dispuesto a facilitar las reformas constitucionales relativas a la sucesión real para primar la primogenitura sobre el sexo, pese a que cuestiona el resto de los cambios y la oportunidad de haber abierto un debate que no podrá cerrarse hasta el final de la legislatura, pues ese cambio implica la disolución de las Cámaras, la convocatoria de elecciones, el apoyo de dos tercios de las Cortes y un posterior referéndum popular. Es en la complejidad y los riesgos de este operativo en el que se encuadra la necesidad de dotar a las actividades de los Príncipes de Asturias de una mayor proyección social y simbólica. También preocupa la posibilidad de que la apertura de la reforma de la Constitución pueda dar pie a reivindicaciones maximalistas. Hasta el presente, Don Felipe ha cumplido con rigor en ámbitos como la representación del Estado en las tomas de posesión de los presidentes iberoamericanos desde 1996 o en los actos institucionales en España. Su preparación militar y académica y el progresivo protagonismo concedido por Su Majestad el Rey Don Juan Carlos han contribuido a que sobre el Príncipe recaiga gran parte de la simpatía con la que la mayoría de los ciudadanos perciben a los Reyes. En términos de aceptación popular, el perfil personal y profesional de Doña Letizia ha acabado por engarzar a la Monarquía con la realidad social, pese o gracias precisamente a las críticas compartidas por republicanos de nuevo cuño y algunos monárquicos de los de toda la vida.

Protagonismo de Zapatero

Los cambios en algunas tradiciones previas a un enlace real también han puesto de manifiesto una nueva complicidad entre el Rey y el Gobierno, reverencias de más o de menos al margen. Por primera vez, un presidente ha acudido a la cena de gala previa a la boda. Tan sólo el riesgo de que la Corona pueda ser utilizada como pretexto político ensombrece el refuerzo de los vínculos con el Ejecutivo, pero hasta el momento sólo ha reportado apoyo y adhesiones de naturaleza muy explícita, como la concesión a Doña Letizia de la Gran Cruz de Carlos III o un esfuerzo presupuestarios justificado como un despliegue de alta rentabilidad social por parte de la vicepresidenta primera, Teresa Fernández de la Vega .

En el plano negativo, los costes provocados por la boda real, estimados al alza en unos veinte millones de euros, han sido el pretexto más utilizado para criticar el enlace. Algunos excesos en la ornamentación, los inconvenientes ciudadanos provocados por la seguridad y la absoluta vulgarización televisiva –el enlace ha sido pasto de los programas rosas– no han logrado desvirtuar en términos políticos una boda que además ha tenido la virtud de contribuir a una catarsis colectiva tras los atentados del 11-M en Madrid.

Legitimidad institucional

El celo con el que la Familia Real se ha conducido en las manifestaciones y funerales fue el marco para contextualizar la Boda Real en el seno de la legitimidad institucional. El Príncipe volvió a recordar a las víctimas del 11-M en un discurso durante el almuerzo en el que reiteró su promesa de seguir el ejemplo constitucional de los Reyes.

De momento, ni el Gobierno ni el Ayuntamiento de Madrid han dado las cifras económicas del operativo, pero de todas las aproximaciones se deduce que la inversión ha merecido la pena. Se ha dado una imagen de seguridad tras el 11-M que avala la candidatura olímpica de la capital de España. El impacto televisivo mundial del enlace tiene una obvia traducción en términos publicitarios, empresariales y turísticos. Y además se ha aportado una imagen de concordia entre poderes.

Con todos esos condicionantes, tanto en el PSOE como en el PP se ha entendido la boda real como una gran operación de Estado saldada con un éxito cuyo alcance no era precisamente previsible, pese a que la lluvia impidió una mayor presencia popular en las calles. Los arrebatos republicanos de Carod-Rovira , Llamazares y otros dirigentes políticos, así como de algunos articulistas y tertulianos televisivos, han sido apreciados, tanto para el PP como para el PSOE, como una expresión de la pluralidad y en algunos casos de pintoresquismo, mientras que el PNV decidió a última hora corregir su desplante a la Corona y representarse en el enlace a través de su diputada Margarita Uría. El lendakari Ibarretxe también estuvo presente, como el resto de los presidentes autonómicos, en la ceremonia. Las manifestaciones contra la boda en Madrid, Barcelona y Gijón no fueron numerosas. En la capital, unas trescientas personas, y en la Ciudad Condal, una parodia del enlace organizada por Esquerra Unida y Los Verdes ».

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