Los Abensperg, la familia española de la princesa Magdalena de Suecia

El conde Ernst Rudolf Abensperg und Traun, que se crió en España junto a sus cinco hermanas, está casado con Natascha, hermana de Chris O’Neill . «Es una amiga muy esperada por todos los primos. Mi hermano y la princesa Magdalena serán maravillosos padres y les deseo todo lo mejor», dijo ayer Natascha en un comunicado con motivo del nacimiento de su sobrina, primera hija de la princesa Magdalena y Chris.

Ernst Abensperg comparte profesión con el marido de la hija pequeña de los Reyes de Suecia, ya que también se dedica al mundo de las finanzas y dirige la filial austríaca del Banco Valartis. Pese a que ahora vive en Viena, el conde Abensperg no ha perdido sus lazos con España. Su madre, la condesa viuda Felicia Abensperg und Traun-Guépin, todavía vive en su piso en el barrio madrileño de Chamartín; y su hermana Felicia, casada con el empresario español Fernando Urrutia Cobaleda, continúa activa en los círculos sociales de la capital. Otra de las hermanas del conde, Nadejda, viene todos los veranos a nuestro país para descansar en su cortijo de Sotogrande, donde reciben a otras familias ilustres de la zona como los Zóbel de Ayala.

Y es que durante décadas los Abensperg han sido uno de los clanes más elegantes del circuito social madrileño. Felicia Abensperg, hermana del conde, debutó en los años 80 en la capital junto a Leticia y Tatiana Espinosa de los Monteros, Marian Benítez de Lugo Ibarra, Ana Sunyé Sotomayor y otras «niñas bien» de la época. En esos bailes, los Abensperg se codeaban con Álvaro de Marichalar y Sánez de Tejada (hermano del ex duque de Lugo), Ignacio de Corral y de Zunzunegui, y Carlos Bullón de Mendoza. La familia también guarda amistad con el empresario catalán y ex presidente del Barça, Agustín Montal.

Los Abensperg siempre se han sentido tan españoles como austríacos. De hecho, colaboraron en los años 90 en la financiación de la construcción del Monumento a Don Juan, Conde de Barcelona, la obra del escultor Víctor Ochoa Sierra que se encuentra próxima al Parque Juan Carlos I. La familia aportó más de 50.000 de las antiguas pesetas para la construcción de la estatua. La presencia de los Abensperg en la sociedad madrileña comenzó a extinguirse a mediados de la década de 1990, con la muerte del patriarca de la familia, padre del actual conde. La mayoría de los hijos se mudaron a Viena y Londres. Ahora, el apellido vuelve a salir a la luz y brilla más fuerte que nunca de la mano de los Bernadotte.