La metamorfosis de Sharon Stone

Así sí. Hemos visto -y analizado- en estas páginas rostros deformados, como los de Meg Ryan o Lindsay Lohan, a causa de un exceso de rellenos. Pero aquí tenemos el ejemplo de que se puede hacer bien . Sharon Stone ha puesto a prueba el ácido hialurónico de Galderma, y el resultado a la vista está. «No quería parecer a otra persona, sino simplemente ser la mejor versión de mí misma», apunta la actriz. Y así ha sido. La hemos visto deslumbrante en su última aparición pública, la gala Hotbed, donde, ataviada con una alas de hada, mostraba un rostro rejuvenecido, y no precisamente por obra de una varita mágica.

«Con las infiltraciones ha conseguido tener un aspecto más saludable y fresco, sin modificar su rostro» , indica el médico estético Javier Anido, el profesional elegido por el laboratorio para explicar el proyecto (y al que algunos dedos señalan como el artífice del cambio de la actriz). ¿Por qué se aventura esta mujer tan bella a retocarse? Hay que remontarse a 2001, cuando la protagonista de «Instinto Básico» sufrió un ictus. Su cuerpo tardó dos años en absorber todo el sangrado interno y le afectó a la movilidad en la pierna izquierda, la visión, el habla (empezó a tartamudear) y el rostro. «Tras el derrame empecé a utilizar rellenos de hialurónico para dar definición a mi piel. Me ayudaron a recuperarme a nivel físico, pero también a nivel psicológico, ya que me devolvieron mi aspecto de siempre».

Sharon Stone ha reconocido también que, a sus 57 años, tenía la piel adelgazada por la menopausia, y empezaba a apreciarse flacidez en su rostro, y de ahí que se haya sometido recientemente a un tratamiento de Restylane en cuatro puntos: las cejas, los pómulos, la mandíbula y el cuello.

«Cuando eres joven, la ceja está unos milímetros por encima del hueso y la cola está más elevada, pero cada cuatro o cinco años la ceja se cae unos milímetros. Aplicando ácido hialurónico sobre las cejas, se pueden levantar dos milímetros, y quitarse cinco años de golpe», explica el doctor Anido. En cuanto al pómulo, se le ha infiltrado en forma de vectores hacia la sien, para sujetarlo. ¿Y en la mandíbula? «Las mujeres pierden la línea mandibular antes que los hombres debido a la osteoporosis» , afirma este profesional. «Pierden hueso, y ya no se puede sujetar bien la grasa, por lo que esta se desliza hacia la barbilla. Antes de llegar a ella tienen un músculo que frena la caída, y por eso se acumula grasa a los lados del mentón y la zona se descuelga», añade. «Se soluciona reponiendo hidratación y devolviendo elasticidad en la zona de tensión. Cuanto más sujeta esté la piel, menos flacidez».

El cuello se ha tensado infiltrando el relleno con la técnica de vectores, evitando que la piel caiga hacia la papada y se forme el famoso (y dichoso) «cuello de gallina». «Desde mi enfermedad me pongo también skinboosters (infiltraciones de un gel suave de ácido hialurónico estabilizado) en las manos, ya que son las mayores delatoras de la edad» , reconoce la intérprete.

Javier Anido aclara que no se trata de un relleno, sino de una hidratación profunda que llega donde no alcanzan los sueros o cremas. «Cuando a una planta sedienta le pulverizas las hojas con agua, experimenta mejoría, y eso es lo que le sucede a la piel con la cosmética. Pero si la riegas desde las raíces se hidrata a través de ellas, y se vuelve radiante. El skinbooster es un reservorio de hialurónico para la piel, como los que se ponen a las plantas cuando te vas de vacaciones», aclara.

¿Qué ha hecho que Sharon Stone grite a los cuatro vientos que se ha retocado (además de que se habrá embolsado una cifra de muchos ceros)? «Cualquier ajuste, por pequeño que sea, puede dar un buen empujón de autoestima, como me sucedió a mí. Pero por culpa de las imágenes que se ven en la prensa y en los anuncios, a la gente le cuesta cada vez más confiar en los “pequeños arreglos”. Espero que ver el resultado en mi rostro sirva para reforzar su confianza y mejorar la percepción que se tiene sobre los tratamientos médico estéticos». Y una imagen vale más que mil palabras.