Hazte premium Hazte premium

Cuando todo esté oscuro sigue la flecha amarilla

Cuando todo esté oscuro sigue la flecha amarilla archivo ABC

s.m.

No fue un pensamiento improvisado o, quizás, sí porque probablemente en otras circunstancias nunca me hubiera decidido. Era un deseo que tenía desde hacía tiempo , la típica cosa que te dices a tí mismo que harás, pero al final no encuentras el momento porque habrá tiempo, y no te planteas que de un día para otro todo puede cambiar.

Eso fue lo que pasó, fue mi primera decisión tomada en ese tiempo oscuro en el que a veces estamos , totalmente perdidos, cuando necesitas algo para empezar casi de cero.

De la noche a la mañana, bueno no, de una semana para otra todos mis planes de ese verano cambiaron . Ese viaje por toda Italia, de costa a costa, se esfumó. Ahora ya sé que no era el momento de hacerlo, pero entonces era un símbolo de todos los cambios que se avecinaban.

¿Qué hacer entonces? Días cogidos de vacaciones, ganas de desconectar... de irme de Madrid, de cambiar de aires y, tal vez, de perderme. Ante la perspectiva de un verano perdido, lo mejor era recurrir a ese «plan b» que estaba aparcado desde hacía tiempo.

El camino que marca

Probablemente, quien no lo haya hecho nunca y conozca a gente que sí lo hizo, esté harto de escuchar historias sobre él. Muchas de esas historias serán sobre ampollas, sobre cansancio, sobre albergues, sobre paisajes verdes, grises y marrones. Probablemente estén muy cansados de oír anécdotas sobre un camino que no quieren hacer o que si quieren puede que esté apuntando mentalmente en “Cosas que algún día haré”.

Cuando tomé la decisión de hacerlo fue para ocupar la mente y vaya si lo consiguió. Había muchas cosas que hacer, la primera, era buscar a alguien con quien caminar; quizás lo más difícil porque no hay tanta gente dispuesta a andar unos 250 kilómetros con una mochila en pleno verano y un sol matador que te seca hasta la ideas. Así que, el primer reto fue encontrar a más desubicados que desearan perderse por un camino por el que es casi imposible extraviarse . Los encontré, éramos cinco locos que apenas nos conocíamos, cinco veletas que por una vez apuntaron su flecha hacía la misma dirección.

Ya tenía la compañía, aunque aún faltaba algo más. Un inicio, porque el final estaba claro, pero ese punto de partida del que salir no tanto. ¿Cuánto estábamos dispuestos a caminar y cuánto podrían aguantar nuestras fuerzas? Me puse manos a la obra: planos, mapas, rutas... Y una distancia y ciudad elegidas. León, ese sería origen .

Había más detalles que completar como la equipación, que para una persona como yo, que nunca había pisado un gimnasio suponía mucho: deportivas, mochila, saco de dormir, bastón y, claro, una concha. Y, por su puesto, esa credencial que tendrían que ir sellando uno a uno por los albergues, iglesias, bares y, en fin, casi por cada alto en el camino por el que pasara . Esa credencial que ahora guardo junto a otros documentos «menos» importantes como los títulos académicos, y es que para mí representa mucho, cada sello es un paso, una meta cumplida.

Todo empezó, desde León, esa estepa abrasadora, seca y desierta por muchos tramos. Ese cansancio que al llegar a la primera etapa me hizo pensar en abandonar e inmediatamente recapacitar y decirme que eso no era nada, que aquellos peregrinos que caminaban siglos atrás sí que lo pasaron mal.

Todo va a salir bien

No hubo más momentos de debilidad, ni más ganas de dejarlo porque cada flecha amarilla encontrada en la pared o en la carretera era un una marca más en mi credencial personal , era un pequeño logro más conseguido para mí. Sé que no será mucho para otros, pero para mí, en los momentos oscuros ver el amarillo de esas flechas era una muestra de que algo iba a mejor, que algo renacía y volvía a ser un poco como antes.

Fueron momentos solitarios, otros con demasiada gente; momentos de dejar la mente en blanco y otros de pensamientos, y, sobre todo, risas agolpadas que era difícil parar. Aún recuerdo la primera vez que me reí , fue el primer día, por un comentario absurdo cualquiera, en aquel momento me di cuenta de que eso pintaba bien, que había tomado la decisión adecuada y que ese «plan b», que era hacer el Camino de Santiago saldría bien. Y así fue .

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación