Como domadores de musarañas. El PSOE ve muy «perezosos» a sus electores, como ensimismados en sus cosas y no atentos a lo que de verdad importa. Tras una semana de campaña y de exhaustivo bombardeo con el remoquete de «¡que viene la derecha extrema!», el partido gobernante no ha logrado movilizar a ese 20 por ciento de indecisos que deberían ajustar el resultado el 22-M con el fin de evitar la tunda que pronostican los sondeos.

Así lo reconocía ayer José Blanco, que además intentaba buscar una justificación a la falta de entusiasmo de un «electorado progresista» que, a su juicio, siempre es más «difícil de movilizar porque es más exigente», como si tuviera un pedigrí democrático más fino que convierte a sus integrantes en una élite a la que no se las dan con queso.

En realidad, bajo la hojarasca declarativa de Blanco se esconde el reconocimiento de que la campaña socialista no pita y también un seco reproche a esa parte del electorado que es incapaz de palpar el «hondo peligro» que se cierne sobre España si esa «derecha extrema» gana con solvencia el próximo domingo. No parece que el insulto o el desprestigio, y poner a sus electores de holgazanes o irresponsables sin duda lo es, sea la mejor fórmula para reactivar la marca socialista.

Ahora, hay un problema añadido. Un grupo muy heterogéneo de votantes ha abandonado la galbana que Blanco aprecia en el censo y sí que se moviliza por toda España: pero no a favor del PSOE sino exactamente en su contra y al grito de «No les votes». El boicot de la plataforma Democracia Real Ya (DRY), que al parecer pilota este movimiento de hartazgo, afecta también al PP, a CiU en Cataluña y a otros partidos con mando en sus plazas. Pero parece claro que el ideario de buena parte de los que se han sacudido la desidia denunciada por Blanco ?centrado en la apostasía del sistema capitalista y la cruzada contra los bancos y el sistema financiero? es más bien de corte «progresista», lo que no ayuda a la movilización contra esa molicie emprendida desde Ferraz. Las redes sociales echan humo pidiendo el desistimiento a los partidos tradicionales y en la Puerta del Sol, ¡oh casualidad!, se ha montado un campamento entreverado de «revolucionarios cívicos» y antisistema de inconfundible estéticaperroflauta(y perdón por el anacoluto).

Las ideas, más o menos

Las elecciones suelen convertir el palenque político en un laboratorio más o menos fértil de ideas más o menos felices para mover más o menos el ánimo de los votantes más o menos convencidos. Lo mismo que DRY pide un democracia real, el partido de Rosa Díez propuso ayer en San Sebastián la vuelta al «primer republicanismo» de los años 30, eso «sin hacer paralelismos histórico-histéricos extemporáneos y con el fin de poner en valor lo mejor de aquellos ciudadanos que aspiraban a construir una sociedad más justa e igualitaria». La recuperación de la memoria de la II República no había aparecido aún en el 22-M y la tenemos aquí de la mano de UPyD que parece que no halla referentes de concordia más cercanas. ¿La Transición pilotada por la Monarquía de Don Juan Carlos no les vale?

En este contexto de electores gandules (PSOE dixit), reclamación de cambio de sistema y florecimiento de ideas «geniales», Griñán llevó ayer a Zapatero a un micromitin (de poco más de 1.000 asistentes) en una barriada de Sevilla. No hace mucho, los socialistas llenaban el imponente velódromo de Dos Hermanas, con decenas de miles de seguidores, y lo ponían a revientacalderassacando casi en procesión de allí a González y a Guerra, las dos glorias locales. La cita, como la también extinta de Vistalegre en Madrid, llegó a formar parte de la geografía de lugares míticos del socialismo triunfante. Ayer, mil sillas... Así no hay quien se desperece y deje de domar musarañas.