Pau Gasol

Un corazón solidario

Emilio Vicente Escudero

Cuando Gasol llegó a Memphis, con apenas 21 años, esa barba que hoy luce como un icono apenas asomaba por su barbilla y delataba su insolente juventud. La inocencia deportiva la había perdido ya con el doblete conseguido con el Barcelona, pero todavía le quedaba un mundo por aprender, tanto dentro como fuera de la cancha. Quizá por eso, toda su familia le acompañó en la aventura americana. Había que allanar el camino todo lo posible. Hacerle la vida más fácil. Lo que no imaginaba Pau entonces era el mundo paralelo que se le iba a abrir a partir de entonces al margen del baloncesto.

Fue a través de sus padres cuando el espigado jugador de los Grizzlies conoció el Hospital de St. Jude. Ambos trabajaron allí durante su estancia en Memphis y esa experiencia marcó al catalán, que conoció de primera mano el trabajo que el centro llevaba a cabo para paliar el cáncer infantil. Aquello fue el germen de lo que se ha convertido en una forma de vida para el español. Una manera de «devolver» a la sociedad una pequeña parte de todo lo que ha conseguido. Poner un granito de arena para sensibilizar a la gente. «Lo siento muy dentro, muy mío y es algo muy positivo para mí. Tengo la gran suerte de estar en una posición privilegiada, donde impactamos a muchísimas vidas sin darnos cuenta, y eso hay que aprovecharlo», reconocía hace poco en una entrevista concedida a ABC.

De aquellas primeras visitas a la «Grizzlie’s House», donde el hospital acoge a las familias de los niños enfermos que deben tratarse en el centro, ha surgido años después la campaña «Hoops for St. Jude», a través de la cual, Gasol dona una cantidad de dinero por cada punto que consigue en la temporada. Así, no es de extrañar que el español siga siendo un ídolo en la ciudad de Elvis, a pesar de su salida hace unos años camino de Los Ángeles.

Unicef le «reclutó» en 2003, coincidiendo con su explosión deportiva, como embajador español para defender y luchar por los derechos de la infancia. Esa labor le ha llevado a visitar países como Angola o Etiopía, donde ha conocido de primera mano la situación que viven los niños. Siete años en los que ha tenido tiempo de contribuir activamente a la construcción de escuelas y hospitales en los lugares más desfavorecidos, gracias a los fondos recaudados con diferentes campañas, como la que le llevó a grabar una canción hace solo unos meses.

Por si no tenía suficiente con jugar al baloncesto cada dos días, tras su llegada a los Lakers, Pau comenzó a colaborar con el Departamento de Bomberos de la ciudad, dando charlas a los adolescentes para que estén preparados ante un incendio, y con el Hospital Infantil de la ciudad. En uno de esos encuentros, Gasol tuvo ocasión de sorprender a un niño de sólo 4 años, cuya única ilusión era conocerle. «Las experiencias que tienes son maravillosas», señala el español, que a pesar de no jugar este verano con la selección, apenas tendrá días libres de vacaciones por «culpa» de ese camino paralelo que inició hace casi diez años. Un camino duro, quizá más que el del baloncesto, pero que le reporta tantas alegrías como la canasta.