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«Algunos escoltas se quitaron la vida después de que les arrebataran a sus hijos y sus casas»

Más de 3.000 profesionales de la seguridad privada se quedaron sin trabajo tras el cese de la violencia de ETA

Más de 3.000 escoltas se han quedado sin trabajo en los últimos seis años Sombas olvidadas de Euskadi y Navarra
Adrián Mateos

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El pasado noviembre concluyó la actividad profesional de los 109 escoltas privados que aún velaban por la seguridad de políticos y empresarios amenazados por ETA. El anuncio del cese de la violencia de la organización terrorista socavó al gremio, que en apenas seis años ha perdido entre 3.200 y 3.300 efectivos . En la actualidad, la situación de muchos de estos guardaespaldas es crítica: «Tenemos compañeros comiendo en comedores sociales -denuncia Gema Ruiz , presidenta de la asociación ‘Sombras olvidadas de Euskadi y Navarra’ -. Algunos han decidido quitarse la vida después de que les arrebataran a sus hijos y sus casas».

Según Ruiz, que ejerció la profesión durante nueve años, la tasa de escoltas privados que han conseguido ser recolocados tras el fin de la actividad armada de ETA «no llega ni al 10%», lo cual los ha dejado en una situación «difícil, penosa y lamentable» . Las conversaciones que han mantenido con la administración española han sido hasta el momento estériles, pues el traslado de los guardaespaldas a las cárceles para realizar la vigilancia perimetral no terminó de llevarse a cabo. Las culpables, apunta, son las propias compañías de seguridad, que no solo realizaron EREs «indecentes y fraudulentos» , sino que más tarde «incumplieron el pacto» que alcanzaron con Interior para la reubicación de los trabajadores.

En la misma línea, el experto en seguridad César Charro destaca que el ocaso de la profesión coincidió con el inicio de la crisis económica. A su juicio, las empresas de seguridad podrían haber reubicado a sus trabajadores «como vigilantes o en otros puestos» , pero «prefirieron contratar gente nueva» para no tener que pagar los pluses de antigüedad: «Como suelen tener contratos por horas, se fueron a la calle porque su servicio había terminado», puntualiza.

Reconocimiento

Por otro lado, Ruiz siente que las instituciones españolas se han olvidado de la labor que realizaron en la etapa más sangrienta de la banda criminal, cuando los escoltas, afirma, eran los primeros que arriesgaban su vida para proteger la de sus clientes : «Creo que bien nos merecemos unas líneas en la historia escrita del terrorismo de ETA», sostiene la exescolta, que no entiende que tanto ella como la mayoría de sus comapñeros se hayan visto obligados a irse a la calle «por la puerta de atrás» .

«A otros gremios, como los bomberos o los médicos, se les agradece más su trabajo -sostiene Charro-. Sin embargo, los guardaespaldas, que han sido un pilar en la lucha contra terrorismo, se convirtieron en los grandes olvidados cuando todo acabó. Dentro de los colectivos que se han dedicado a la lucha contra el terrorismo quizá es el menos reconocido». En este sentido, lamenta que muchos de los profesionales de la seguridad privada vivieron durante años «en la indigencia» a pesar de que formaron parte del «único cuerpo que garantizó en un 100%» la vida de sus clientes: «Nunca ha muerto nadie que tuviera escolta», asegura, por lo que, a su parecer, «hubiera sido justo hacerles algún reconocimiento público, sino individual, al menos colectivo».

A pesar de todo, ambos mantienen la esperanza de encontrar salidas para los guardaespaldas en paro: «La bolsa de empleo se mueve mucho», manifiesta Charro, que asegura que cada vez es más común ver a exescoltas en los cursos de empresas de seguridad que ofrece su centro de formación. Ruiz, por su parte, confía en que las iniciativas que han llevado a cabo en las últimas fechas permitan recolocar a parte de estos profesionales. Una de las asociaciones con las que han conversado es Clara Campoamor , que sopesa la posibilidad de recurrir a los servicios de las ‘Sombras olvidadas’ para proteger a las víctimas de la violencia de género: «Nuestra trayectoria nos avala», concluye.

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