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Ultimátum de Patrimonio al dueño de la antigua mansión de recreo de Franco

La Comunidad de Madrid sancionará al propietario si no rehabilita inmediatamente el inmueble, declarado BIC, en estado de ruina, expoliado y vandalizado

El Palacio del Canto del Pico, en Torrelodones, en estado de ruina FOTOS: JOSÉ RAMÓN LADRA
Ignacio S. Calleja

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Observado desde la A-6, todavía mantiene su esplendor original, como el vestigio de una vieja película de terror en lo alto de la montaña. De cerca, la imaginación sobre el Palacio del Canto del Pico , en Torrelodones, choca con la realidad. El inmueble, antigua residencia de recreo de Franco y declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1930, lleva años abandonado a su suerte; en estado de ruina y vandalizado. La situación, aunque conocida, ha llegado al límite. La Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid ha enviado un ultimátum a la propiedad: si no cumple inmediatamente con su obligación de rehabilitarlo y conservarlo, le abrirá un expediente sancionador.

El reclamo de Patrimonio al dueño del palacete -José Antonio Oyamburu Goicoechea- es el último episodio de una historia que ha acelerado el ritmo en los últimos años. El departamento, que dirige Paloma Sobrini, comenzó una investigación en el año 2017 tras constatar que uno de los elementos protegidos de su interior estaba expuesto en un hotel de Sevilla . Se trataba de un sarcófago renacentista del siglo XVI, pero lo cierto es que el expolio ha sido una constante tan evidente como el deterioro físico.

Los grafitis manchan casi todos los muros

Así, se ha desarrollado un minucioso trabajo documental para saber qué había originalmente en la finca, tanto en la casa como en el exterior, y que es lo que queda. El análisis, a punto de acabar, ayudará a conocer exactamente las pérdidas y los daños sufridos en el palacio. El último expediente de la Comunidad, no obstante, concluyó que el edificio se encuentra en «malas condiciones de seguridad, estabilidad, salubridad y ornato como consecuencia de la falta de mantenimiento y vigilancia». En paralelo, respecto a los elementos desaparecidos, fuentes del área señalaron que el propietario les ha explicado que los tiene a salvo en su casa y ha aportado fotos como prueba.

Obligación de conservarlo

Sin embargo, ahora la principal preocupación de Patrimonio es la preservación del palacio, catalogado como Monumento histórico artístico . Según la Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad, «los propietarios o poseedores de bienes del patrimonio de la Comunidad de Madrid tienen el deber genérico de conservarlos y custodiarlos». Es decir, que la tarea de que la propiedad esté en condiciones óptimas es, en todo caso, del dueño.

Por ello, desde que abrió la investigación, la Dirección General de Patrimonio ha enviado hasta tres escritos a Oyamburu para que explique qué actuaciones ha desarrollado en la finca para cumplir con esta premisa. La primera, el 19 de octubre de 2017; la segunda, el 5 de diciembre del mismo año; y, la última, el pasado 26 de febrero. La respuesta, en cambio, no es lo que buscaban. Solo detalla los planes de futuro para la propiedad y los hipotéticos compradores. «Urge un proyecto de consolidación y garantizar que los elementos relevantes no se destruyen», declara Sobrini a ABC.

El Canto del Pico fue construido entre 1920 y 1922; y declarado BIC en 1930

Dado que ya han pasado tres mes desde el último requerimiento -un plazo razonable, según la Comunidad-, y aún no consta ningún plan, Patrimonio se ve en la obligación de abrir un expediente. Desde la Dirección General explican que no hay una cuantía fijada, sino que depende de cada caso. «Aún no hay nada marcado, pero por ejemplo podrían ser 500 euros al mes hasta que realice la obra», argumentan. La multa sería el primer paso, pero en caso de que persistiese la irregularidad podría desembocar incluso en una expropiación. «En casos como este nos encontramos que los dueños nos piden que intervengamos, pero la prioridad para Patrimonio es invertir en edificios públicos», añade la directora del departamento.

La Comunidad de Madrid, precisamente, ya destinó en 1998 diez millones de pesetas (60.000 euros) para evitar el hundimiento de las estructuras del edificio, tras un incendio que destruyó la mayor parte de las cubiertas. Después, los titulares del espacio rehicieron las cubiertas perdidas. El fuego, sin embargo, fue un elemento más en el camino hacia la ruina del Canto del Pico. Actualmente, los forjados de madera están muy deteriorados y existen deficiencias en el entrevigado, así como «problemas graves» de conservación en los aleros de madera de los miradores.

El deterioro físico es evidente

Sin contar con las innumerables piezas que se han robado, hay un importante riesgo de caída de canecillos. Además, hay que sumarle los actos vandálicos que lo han destrozado, convertido durante un tiempo como escenario para botellones y con grafitis en casi todos los muros. Ante esta situación, desde hace años los accesos están tapiados para evitar no solo la usurpación de la propiedad, también los daños personales.

Futuro difícil

Cuesta creer que una joya de tales características languidezca sin que nadie sea capaz de reflotarla. La explicación es muy sencilla: no puede construirse ni una caseta de perro . Ubicado en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, está terminantemente prohibida cualquier edificación en toda la finca. Este es el motivo principal que llevó al traste los planes de José Antonio Oyamburu, que cuando compró el palacio en 1988 pensó en levantar un hotel. Este diario ha intentado ponerse en contacto con él, pero no ha obtenido respuesta.

El Ayuntamiento de Torrelodones también contempla con impotencia cómo uno de sus mayores tesoros está a punto de desaparecer . Aunque se ha planteado que pueda reconvertirse en un centro de interpretación de la naturaleza, tampoco fraguó. Descartados de cualquier proyecto por la inversión millonaria que requiere, la única solución parece ser que un particular lo convierta en su casa de recreo, como ya fue hace años. «El futuro es difícil», coinciden todos.

Para evitar la usurpación de la propiedad, las puertas y las ventanas fueron selladas

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