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Sospechan que el homicida del taxista de Alcalá se ensañó con él porque apenas llevaba dinero

Había hecho solo una carrera. Los investigadores rastrean las imágenes del recorrido en busca de pistas sobre el autor

Lazos negros en el salpicadero y crespones en la antenas en señal de luto ABC
M. J. Álvarez

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José Luis Espada, de 59 años, el taxista asalariado que fue asesinado la madrugada del martes pasado en Alcalá de Henares, fue objeto de ensañamiento. Los investigadores sospechan que el homicida se cebó con él porque apenas llevaba dinero encima. De hecho, solo había realizado una carrera previa porque había comenzado su turno a las 23.30 horas. La del asesino fue la última. Este, tal vez, debió pensar que el conductor tenía más dinero encima y no quería entregárselo. No era el caso. Tenía muy poco para el cambio en el cajetín .

Esta es una de las tesis que manejan los investigadores para explicar el motivo por el cuál la víctima recibió, al menos, una docena de cuchilladas , tal y como ha desvelado el informe preliminar de la autopsia. La mortal la tenía en el cuello, ya que fue degollado; las más grandes, en el pecho, así como otras de defensa en las manos.

Pepe o «el profesor», como era denominado por sus colegas del gremio por su pasado académico, era un hombre bonachón, siempre con la sonrisa en el rostro y la amabilidad por bandera. El Grupo VI de Homicidios de la Brigada de la Policía Judicial se afana en rastrear las imágenes de las cámaras de tráfico y de los comercios del recorrido que hicieron víctima y verdugo en busca de pistas que conduzcan a identificar al autor del crimen.

De hecho, el vehículo tenía activado el GPS y, además, estaba conectado con la central de la emisora para la que trabajaba, Alcalá Radio Taxi, por lo que los agentes se llevaron el martes las grabaciones de la central. Lo cierto es que el homicida no solicitó el servicio por teléfono, como suele ser habitual en el municipio, sino que lo paró en la calle.

Diversas fuentes sostienen que el cliente estaba en una zona marginal del municipio y que le dijo a Pepe que le llevara a algún punto del centro de la ciudad. De ser cierto este extremo, el recorrido que hicieron fue de unos cinco kilómetros, aproximadamente, hasta que le hizo meterse en la plaza de Luis de Antezana , un lugar poco transitado y lleno de bocacalles para huir tras el asalto. Este se produjo justo en la esquina con la calle de Manuel Laredo, 16. Tras la agresión mortal, el autor arrojó el arma homicida, un cuchillo de cocina de grandes dimensiones, debajo de unos coches aparcados y un contenedor de obra en la misma plazoleta. Todo apunta a que hubo premeditación, además de que el homicida se conocía bien la zona.

Sus compañeros siguen con lazos negros

«Seguro que el autor o autores iban preparados para robar porque sino, ¿cómo se explica que llevara encima un cuchillo? », se preguntaba, aún conmocionado Eloy Lozano, presidente de la Asociación Gremial del Taxi de Alcalá. El arma blanca era de grandes dimensiones. Piensa en voz alta: «Le tocó a él como le podía haber tocado a otro. Yo creo que al criminal el asunto se le fue de las manos», comentó.

Los lazos negros del salpicadero de los taxis, así como los crespones que colocaron en las antenas el martes los varios centenares de compañeros de toda la región que acudieron a condenar el «cruel asesinato» y solidarizarse con la familia los mantendrán unos días en el municipio alcalaíno en señal de duelo, precisó Lozano. « Estamos como títere sin cabeza », explicaba, apesadumbrado.

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