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El sastre del Ayuntamiento: de uniformes de ordenanzas a la policía secreta

La sastrería Palomeque viste a gran parte de los funcionarios de las distintas entidades de la región

Cada año en esta sastrería se confeccionan alrededor de 10.00o uniformes BELÉN RODRIGO

BELÉN RODRIGO

Un traje de chaqueta, un pantalón, dos camisas de manga larga y otras dos de manga corta, dos pares de calcetines, cinturón, corbata y zapatos de verano e invierno. Por lo general, estas son las prendas que componen cada año el uniforme de los conserjes y ordenanzas de la mayor parte de las instituciones públicas, tanto locales como regionales y nacionales. Una buena parte de estos uniformes (en su gran mayoría azul marino o gris) son confeccionados en la sastrería Palomeque , tienda centenaria de Madrid. Cada año diseñan, cortan y cosen alrededor de diez mil uniformes de los cuales el 90% se quedan en la región.

De sus talleres salen también los trajes de las bandas de música municipales, chóferes, policía secreta o los trajes de gala de la policía . Los uniformes que son para los ministerios son los que se pagan mejor (un 15% más que la media) y la Comunidad de Madrid es la que menos dinero desembolsa por traje, 85 euros, cuando lo normal es 110-120 euros. Fácilmente las empresas o instituciones se gastan una media de 300 euros por empleado cada año para su vestuario.

Esta sastrería, hoy especializada en uniformes, fue una de las muchas tiendas dedicadas a la confección de trajes, abrigos y gabardinas que a finales del siglo XIX se establecieron en la calle Duque de Alba y alrededores. Martín Palomeque llegó a la capital procedente de Sonseca (Toledo), tierra de sastrerías. Este sastre comenzó a trabajar en un local hasta que se estableció por su cuenta. Según el registro municipal, la tienda es de 1901, aunque la familia Palomeque asegura que el negocio surgió antes, en 1892. «Imaginamos que comenzó a ser conocido por la rapidez y la calidad de sus tejidos , muchos de ellos procedentes de Béjar y de la región de Cataluña. Nos cuentan que se formaban largas colas en la puerta de este local», cuenta a ABC Luis Palomeque, bisnieto del fundador y hoy gerente del negocio.

Martín Palomeque trabajó con sus dos hijos, Primitivo e Isidoro . El primero de ellos heredó el negocio una vez que su hermano falleció sin descendencia. Pero no mantuvo el oficio de sastre de su progenitor sino que se dedicó más a la parte comercial, viajando a EE.UU. para comprar maquinaria. Por aquel entonces tuvieron un taller en General Ricardos y más tarde se abrirían delegaciones en Valladolid y Pamplona La tercera generación la formaron tres chicos, Primitivo, Luis y Mariano, y dos chicas, Antonia y Visitación, aunque las mujeres estuvieron alejadas de la sastrería. Los negocios familiares se repartieron entre los hermanos y de la tienda se hizo cargo Luis cuyos hijos Luis, Mariano y Araceli forman hoy la sociedad propietaria del local . Con ellos trabaja su prima Sara, hija de Mariano. Ninguno de los miembros de la familia Palomeque es sastre, prefiriendo ocuparse de otras ramas del negocio.

Más de 40 años de servicio

Ya con la tercera generación la sastrería Palomeque fue cambiando. Además de trajes a medida, que poco a poco ha pasado a ser una parte residual del negocio, introdujeron ropa multimarca y la parte de los uniformes. «Nos fuimos presentando a concursos y ahora la parte de los uniformes es la más importante del negocio», reconoce Sara Palomeque. El taller ya cerró hace años y aunque el corte de los trajes se hace en la tienda, se cosen en talleres externos. Y desde entonces por aquí han pasado los más diversos uniformes. Además de los ya citados han confeccionado ropa para la Guardia Civil, personal de Patrimonio Nacional, escoltas y conductores de coches oficiales . Sin olvidar conductores de autobuses, empleados de cafeterías, hoteles, empresas de vigilancias y porteros de fincas.

Traje de chulapo B. Rodrigo

Juan y José son los dos cortadores de esta casa en la que trabajan hace más de 40 años. Juan empezó en Palomeque con 18 años y ahora está más en la parte de la tienda, tomando las medidas de las personas que buscan un traje hecho a medida. «Aquí vienen sobre todo las personas que no encuentran nada de su gusto confeccionado, por lo general las que son altas o con estructura fuerte». Después de tomar las medidas, que lleva entre 2 y 10 minutos, es hora de aconsejar el tejido. «No sé por qué pero a las personas más gruesas les encantan los cuadros y no puede ser. Los colores oscuros y las rayas estilizan más». En función de la tela, el precio del traje oscila entre los 190 y los 300 euros. En la tienda hay un traje expuesto muy especial, que se pide poco pero sigue teniendo su éxito. No es otro que el del chulapo , «el pichi famoso», compuesto por americana, chaleco, pañuelo, gorra y capa castellana. El traje hecho a medida cuesta unos 200 euros sin la capa, que tiene un precio de 450 euros, el modelo clásico, y sube a 550 si va con doble vuelo. Juan asegura que no puede vivir sin su metro colgado al cuello y a lo largo de los años ha visto como han ido evolucionando las modas. «Ahora volvemos más a los años 60, con los pantalones de pitillo y la chaqueta más entallada y estrecha de solapa»., comenta.

Su compañero José empezó en Palomeque con 14 años, «por casualidad» pasando por varios puestos hasta que le tocó coger tijeras y dibujar y cortar los patrones. «Esto es un trabajo muy personalizado porque son uniformes hechos a medida. Se corta uno por uno, en la mayoría de los casos», explica José. Normalmente se tarda 40 minutos con cada traje , ya que hay varias fases utilizando el tejido, el forro y la entretela. Se van colocando paquetes con la tela cortada de varios trajes y se envía a los costureros con los que trabajan. Por lo general, entre todas las fases de la confección de los trajes, el plazo de entrega es aproximadamente de un mes.

El local ha sufrido reformas y de hecho ya no existe el mosaico a la entrada con el logotipo de la casa. Es una tienda muy amplia, con un gran almacén en la parte superior. Con cada vez menos funcionario público, la familia Palomeque sigue pensando en estrategias para diversificar su negocio que en los próximos años puede dirigirse más hacia otro tipo de ropa, la laboral, más centrada en los oficios. También han desaparecido puestos como el de los acomodadores de los cines y hoy se busca comodidad en el trabajo. «Es probable que se vayan introduciendo cada vez más pantalones chinos y una rebeca en lugar de los uniformes clásicos», afirman Sara y Luis. Y la sastería Palomeque seguirá innovando y buscando la forma para seguir vistiendo a tantos trabajadores de Madrid.

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