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La peculiar tienda donde se encuentra todo tipo de artículos para ganaderos, agricultores y pastores

En Casa Vega son famosas también las alpargatas y los productos para guarnicionería y tapicería

BELÉN RODRIGO

BELÉN RODRIGO

Pocas cosas han cambiado en el interior de esta tienda desde su fundación, en 1860, por Mariano de la Vega . Siguen vendiendo cencerros, aperos de labranza y productos de jalmería como alpargatas y cordelería. Y sigue estando en manos de la misma familia, ya la cuarta generación, Carmen de la Vega . Situada en el número 57 de la calle Toledo , desde que abrió ha estado inserida en una zona comercial y de mucho paso en la capital. «En un comienzo este espacio era sobre todo un almacén de alpargatas y luego se fueron añadiendo telas blancas para los carros. En la trastienda vivía mi bisabuelo con su madre», cuenta a ABC Carmen de la Vega. Al fallecer Mariano se quedó al frente de la tienda su mujer Manuela, junto con sus hijos, y fue ella quien decidió dar al negocio el nombre de Casa Vega . Cada uno de sus hijos tuvo su propia tienda, todos relacionados con el mundo del calzado. En Casa Vega se quedó uno de ellos, Antonio, con quien se fueron introduciendo nuevos productos, sobre todo complementos para guarnicioneros.

Y fue con Antonio de la Vega cuando, durante la Guerra Civil , un proyectil entró hasta el cuarto de estar de la parte de arriba de la tienda. El fotógrafo Manuel Cervera toma la instantánea que inmortaliza el hecho. Según cuentan desde los Comercios Centenarios de Madrid, durante el conflicto bélico las ventas en esta casa se hacían a través de bonos UHP (Unión de Hermanos Proletarios) con los que compraban los milicianos de la UGT y de la CNT que carecían de valor. Todo indicaba que los propietarios acabarían en la ruina pero no cerraron el negocio y se recuperaron tras la guerra.

Variedad de los artículos

Después de Antonio se hizo cargo del negocio su hijo Manuel de la Vega, quien falleció muy joven y su hija Carmen, con 23 años, tuvo que suceder a su progenitor. Lleva ya 43 años trabajando en la tienda, «y muy contenta». Y eso que nada sabía de los artículos para ganaderos, agricultores y pastores . «Al final me tocó a mí por eliminación. Estábamos estudiando y el resto de los hermanos no podían quedarse al frente por distintos motivos. Así que me ocupé yo», recuerda Carmen. Contó con la ayuda de los empleados ya que antes de hacerse cargo «apenas había entrado en la tienda, venía únicamente a saludar».

Un modelo antiguo de alpargata con la suela hecha a mano B.Rodrigo

¿Qué es lo que se puede comprar en Casa Vega? Artículos tan variados como cencerros, botas de vino, correas, látigos, collares, jalmería, campanas, cascabeles, mochilas de caza, bastones, zurrones.. Responden igualmente a las demandas de guarnicioneros y tapiceros con artículos de tachuelas, agujas, herrajes y lonas. Ya en la sección de cordelería es posible encontrar desde el hilo más fino para delicados trabajos hasta gruesas cuerdas para embarcaciones o construcción. Tienen materiales de algodón, cáñamo, lino, sisal, nylon, cuero y yute. Y no se pueden olvidar las alpargatas, en gran variedad de colores y tallas (del 35 al 48). En los modelos regionales sí trabajan con tallas infantiles. «En verano se venden mucho, por el calor. Las alpargatas han evolucionado pero aquí vendemos los modelos más clásicos, hechos de forma artesanal. Antiguamente el piso era también hecho a mano, ahora ya no», explica Carmen, quien ha trabajado muchos años junto a su marido, ya jubilado. En la tienda cuenta ahora con el apoyo de un empleado, Francisco. «Cuando llegué teníamos muchos mozos que llevaban los pedidos a otras ciudades, ahora todo ha cambiado» puntualiza.

La cuerda más gruesa se utiliza para la construcción y embarcaciones B.Rodrigo

Venden lonas para toldos pero igualmente para albardas para los burros e incluso para las almohadillas que se llevan a los toros. Cuerdas hay de todos los grosores, las más anchas se utilizan mucho para la construcción. La trastienda, que durante años fue vivienda de sus antepasados, es hoy almacén. «Tenemos cosas que ya no se fabrican, pero las seguimos teniendo a la venta», como son artículos de hebillaje.

Su clientela es muy diversa, tal y como todo lo que allí vende. Con suma discreción reconoce que vende productos a familias importantes con grandes propiedades y ganado, pero prefiere no dar nombres, ni de los de antes ni de los de ahora. Recibe también a muchos artesanos, «que realizan trabajos muy buenos aunque les cuesta salir adelante porque poca gente está dispuesta a pagar lo que valen sus trabajos». Venden para toda España al tener artículos muy difíciles de encontrar en otros lugares.

Carmen reconoce que el barrio ha sufrido algunos cambios, «antes era más tranquilo, y las tiendas han ido desapareciendo. Las que abren están más direccionadas a la restauración porque es un barrio de diversión y copas», matiza. En su caso, al jubilarse, «imagino que la tienda desaparecerá, ¿quién va a querer esto? Hace falta llevar muchos años para entender lo que se vende. Mis hijos van a seguir otro camino profesional». Pero mientras sigue disfrutando del negocio familiar y de la amistad de los clientes que llevan años depositando la confianza en esta tienda.

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