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Parroquia de San Fernando, comunidad de amor fraterno

Participan en la eucaristía dominical de esta iglesia de la calle Alberto Alcocer unas 1.850 personas

La Parroquia de San Fernando, en la calle Alberto Alcocer, 9 ISABEL PERMUY

FRANCISCO SERRANO OCEJA

Me pasaría horas y horas conversando con don Antonio Arroyo Torres. Sería capaz de escribir páginas y páginas sobre su apasionante y fecunda vida sacerdotal , sobre todo de la época en la que fue secretario diocesano de la Asamblea Conjunta. Pero no lo voy a hacer. Me he comprometido, muy a mi pesar, a ser parco en las referencias a uno de los sacerdotes de Madrid que más admiro. Bueno, solo una frase. La que ahora repite el actual párroco de la iglesia de San Fernando, calle Alberto Alcocer, 9, y antes oyera al santo obispo García Lahiguera: «El sacerdocio se declina con todas las preposiciones, a todos, ante el Señor, por los fieles, para los demás, nunca para sí mismo ».

La parroquia de San Fernando, que cuenta además con el servicio sacerdotal de Julián Escobar, José Rifa y Francisco Centeno, biblista por cierto, y de una comunidad de las Misioneras Catequistas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, es un lujo de diseño pastoral y de aquel principio básico en las relaciones humanas y divinas: cuanto más conocemos, más amamos. Don Antonio Arroyo me despliega en su mesa el croquis de una comunidad en círculos concéntricos. El centro, Cristo, nosotros, sus testigos. A partir de ahí, del interior a lo externo, el Consejo Pastoral, el Consejo de Asuntos Económicos, las personas que asisten diariamente a las eucaristías, los grupos apostólicos, las personas de la misa dominical, las que habitan el barrio, la sociedad entera, con líneas que salen y entran y se cruzan como abrazos de eclesiología. Servicio, acogida, sacramentos que lo unen todo en comunión y esperanza.

Una parroquia que cuenta con momentos especiales, desde la misa por los difuntos agrupados por calles, nombrados a cuántos lo pidan de cada portal, hasta la felicitación que el párroco lleva, en forma de figurita de Niño Jesús a todos y a cada uno de los conserjes de los portales de la parroquia . Y en esas, la pasada Navidad, don Antonio se topó con un portero Imán de una mezquita, interlocutor de frecuentes conversaciones sobre el Dios uno. Y la celebración de las bodas de plata y oro de todos los que se han sacramentado en la parroquia, o la misa de niños y procesión con la Virgen en torno al templo del próximo 4 de junio, que el cielo es un parque infantil con una parroquia en el centro. No lo dudemos.

Cuenta esta comunidad con los llamados «Enlaces de casa», fieles cristianos que coordinados por otros Enlaces de calle, son la larga mano de la Iglesia, el abrazo de caridad y esperanza . Don Antonio insiste en la soledad como forma de pobreza y en las pobrezas vergonzantes de un barrio con posibilidades. Las cuentas claras, muy claras, que todos los años tienen en su mano los fieles. Cáritas parroquial ha entregado 46.039 euros a los necesitados directamente y otros 64.796 para Cáritas nacional por la colecta de su día, y otros 92.147 a diversas instituciones de la Iglesia universal.

Altruismo

Generosos son los fieles de la parroquia de San Fernando que cuenta con 249 familias con suscripciones mensuales. Quede aquí el agradecimiento del párroco, que me entrega un documento en el que leo: «Esta parroquia fue erigida el 29 de diciembre de 1960 por decreto de don Leopoldo Eijo y Garay. Recibió el nombramiento de su primer párroco el 20 de julio de 1963 y su inauguración y primera misa fue presidida por Casimiro Morcillo el 30 de mayo de 1964». El templo es obra del Luis Cubillo de Arteaga .

Y para pasmo de estadísticos y sociólogos, los siguientes datos: participan en la eucaristía dominical unas 1.850 personas ; se distribuye la comunión a 1.420 personas; en los días laborales asisten a la eucaristía 270, comulgan prácticamente todos; celebran el sacramento de la penitencia unos 450 fieles al mes; hay 50 enfermos a los que se visita semanalmente; y 298 familias encargan unas 1650 misas rezadas. La clave no son las cifras, sino la vida que se palpa también en la publicación mensual «Shemá», que este mes invita a los fieles a tener un corazón como el de Cristo.

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