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Incertidumbre en Gran Vía ante el primer día laborable y escolar bajo cierre

El Ayuntamiento no permitirá pasar a los padres que tengan que llevar a sus hijos a clase en coche

Una señal advierte de un colegio en sus proximidades, en una calle adyacente a la Gran Vía MAYA BALANYA
Aitor Santos Moya

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El candado a la Gran Vía pasará hoy una nueva prueba de fuego. Transcurridos dos días y medio completos desde que el Gobierno de Carmena cortase el tráfico a los vehículos privados en tres de los ejes más importantes de la capital, los comercios y colegios adyacentes aguardan con inquietud la aplicación de la medida en el primer día lectivo y laborable completo.

La entrada y salida a los recintos escolares de la zona, en concreto en el colegio Madres Mercedarias de Don Juan de Alarcón (Valverde, 15) y en el centro Purísima Concepción (Puebla, 20), estarán obstaculizadas por el cierre. Los padres que tengan que llevar a sus hijos en coche no podrán acceder a las áreas restringidas , con el evidente perjuicio sobre todo en el caso de los más pequeños. Según fuentes municipales, las excepciones «ya están contempladas» en el Plan de Movilidad y abogan por el uso del transporte público. Una recomendación que, sin embargo, contrasta con el dilema de varios afectados: «Tengo tres hijos y no sé que voy a hacer. No me da tiempo a llevarlos en metro y entrar después a trabajar», explica uno de ellos.

Problemas con los repartidores

El límite de acceso entre las 23 y las 11 horas al transporte de carga y descarga es otra de las problemáticas más señaladas. «Nosotros abrimos un poco antes del mediodía y ya este fin de semana hemos tenido problemas con los repartidores», avisa el encargado de un restaurante, que se pregunta si el Ayuntamiento «se ha parado a pensar» en el hecho de que la recepción de mercancía va acorde al horario de cada comercio. «En nuestro caso es un problema gordo porque trabajamos con productos perecederos. Hay alimentos que deben mantener la cadena de frío y no podemos traerlos a mano», prosigue.

En varios establecimientos modestos, la indignación ha tornado en preocupación . «En la tele no paran de decir que la gente está muy contenta, pero a todos los que entran solo les oigo quejarse », apunta la dependienta de unos ultramarinos. Los quioscos tampoco son inmunes a las restricciones. Mientras en el de Montera reconocen que «es posible que haya trastornos», una vendedora cerca de Callao señala que «con la prensa nacional no debería haber problema, pero igual con los los regionales sí que los hay».

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