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Cervecería Alemana, la taberna más taurina de Madrid

En el establecimiento se reunían toreros y representantes y se cerraban todos los contratos. Los Dominguín y Palomo Linares fueron buenos amigos de la casa

Un grupo de hombres de negocio alemanes abrió la cervecería en 1904. BELÉN RODRIGO

BELÉN RODRIGO

En la Cervecería Alemana nadie habla alemán pero sí se bebe mucha cerveza. Situada en la plaza de Santa Ana, conserva el nombre que le pusieron sus fundadores, un grupo de hombres de negocio germánicos que en 1904 abrieron el local recreando las cervecerías de su tierra. Se sabe que los alemanes mantuvieron este espacio hasta 1912 y que en 1924 lo compro Ramón González Peláez , de origen asturiano, a quien le expropiaron una taberna en el Paseo Rosales cuando se llevó a cabo la canalización. «Nadie apostaba por él porque en aquel entonces se bebía poca cerveza», cuenta a ABC Lucio Burgos Céspedes , encargado de esta casa en la que trabaja desde hace 43 años. Él no llegó a conocer a Ramón porque falleció en 1972, dos años antes de su llegada, y con quien trabajó fue con el hijo, José González.

Pero Lucio se conoce bien las historias de esta casa entre los años 40 y 70. «La fama del local le llegó a Ramón gracias a su relación con los toreros , sobre todo con los Dominguín . Eran como sus hijos y estaban todo el día aquí. A Palomo Linares le ayudó mucho, le daba de comer cuando estaba empezando». Por esa época estaba en la misma plaza el Hotel Victoria donde se alojaban los toreros y el ambiente taurino se respiraba por toda la zona. «En esta cervecería se firmaban todos los contratos de las corridas», añade Lucio. Y además de toreros se reunían pintores, escultores, escritores y muchos otros artistas, «era un café-tertulia como lo fue el Café Gijón». Lola Flores y Manolo Caracol pasaban también mucho por esta cervecería, al igual que Hemingway , «siempre sentado en la misma ventana», y Ava Gardner , durante su romance con Dominguín.

Lucio Burgos Céspedes lleva 43 años trabajando, primero de cocinero y después como encargado BELEN RODRIGO

En los años de la Guerra Civil se mantuvo abierto y una bomba destrozó la puerta que se rehízo. «La puerta, y una chimenea prusiana son los únicos elementos que desaparecieron, el resto se mantiene igual», cuenta Lucio. Incluso el grifo original de cerveza , con la imagen de un águila, que Heineken (la cerveza que ahora se vende) quiere cambiar pero «es parte de nuestra historia». José González siguió el negocio de su padre compaginándolo con su trabajo en el ministerio. «Abría el bar pronto, se iba al trabajo, regresaba a la hora de comer y después de salir por la tarde. Se involucró mucho», dice Lucio. Con 54 años falleció al ponerse una inyección de penicilina sin saber que era alérgico. Y se quedó como responsable del negocio familiar su hermana Concepción , quien ha fallecido a comienzos de este año, con 85 años. Y ahora son los nietos de Ramiro los que controlan el bar a través de una sociedad.

La Plaza de Santa Ana ha ido cambiando de vecinos. «Antes éramos tres bares y ahora hay unos quince», cuenta Lucio. Y también la clientela ha dado muchos saltos. En esta casa se vivió una situación difícil a finales de los 70 y principios de los 80, con los hippies . «Se pasaban el día aquí y no consumía. Aprovechamos para cerrar un mes, pintar el local, y al volver a abrir se puso un cartel que prohibía la entrada a todas las personas no aseadas».

Las fichas del casino

Lucio entró a trabajar para echar una mano en verano al marido de profesora del Ramiro. «La hostelería no era mi vocación pero soy abierto, me gustan las relaciones públicas, y cuido este bar como si fuese mío», afirma el encargado. Asegura que existe muy buena organización en la casa aunque los dueños no lleven directamente el negocio. Y prueba de ello es el original sistema de fichas de colores con el que trabajan los empleados. «Es nuestro sistema del casino (risas), es nuestro dinero interno, fácil y sencillo», revela Lucio. Cada camarero paga en fichas en la caja la consumición de sus clientes y vas guardando el dinero que recibe de los consumidores. Al final de la noche, entrega el valor que indican las fichas. «Es una forma de que cada camarero se preocupe por cobrar a sus clientes, son responsables de sus mesas. Si alguien se va sin pagar, lo asume él». Lucio recuerda este sistema desde que llegó «y nos funciona muy bien».

La cerveza es una de las consumiciones estrella de la casa, al igual que los calamares, el bacalao, la tortilla española y las croquetas, sin olvidar el embutido ibérico y las empanadillas. Los fines de semana llegan a vender alrededor de 40 kilos de calamares. Lucio fue cocinero en este bar durante 20 años. «Cuando entré había menos comida. Yo cambié un poco el sistema y se empezó a vender más», afirma. En la carta se puede encontrar un solo plato germano, la salchicha alemana . Aunque no suelen tener demasiados clientes alemanes «algunos llegan hablando alemán y pronto se dan cuanta que nadie les entiende». Hay más clientes ingleses que alemanes y reciben bastantes grupos de extranjeros.

Ya no se ven a los toreros pero sí siguen pasando por la casa diferentes artistas y de vez en cuando políticos, algunos muy camuflados como Rodrigo Rato, «que estuvo hace unos días con un gorro hasta la nariz». Es habitual ver a directores de cine , como Álex de la Iglesia, o artistas como Silvia Marsó. Fernando León se reunió hace años con Candela Peña y «yo le dije que si le daba un papel ganaría el Goya, y así fue», recuerda el encargado. Pilar Miró grabó escenas para una de sus películas y se han filmado muchas series y anuncios. Entre las anécdotas del pasado, «la vez que entró un caballo buscando a su dueño».

En total son 15 empleados (y tres más cuando se abre la terraza) y es fácil encontrar a los que llevan ya muchos años en la casa, como Sabino, con más de 30 años de servicio, o Christian, de Ecuador, que entró hace 15 años. Lucio avisa que algún día llegará su jubilación, que no falta mucho.  Hasta entonces, seguro que sigue presenciando uevas anécdotas.

En la barra se conserva el grifo de cerveza original BELÉN RODRIGO

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