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Carmena reconoce que forzó el contrato para la Memoria Histórica y el PP pide dimisiones

El Ayuntamiento se escuda en que la cátedra de la hijastra de Fidel Castro es «la única» experta y elude la normativa interna que le obliga a pedir tres ofertas para controlar los contratos menores

Celia Mayer, delegada de Cultura y Deportes por Ahora Madrid ISABEL PERMUY

TATIANA G. RIVAS

El Ayuntamiento madrileño que lidera Manuela Carmena reconoció este viernes que ha incumplido la normativa municipal al adjudicar a dedo, y no contar con tres ofertas, un contrato a la Cátedra «Memoria Histórica del Siglo XX» de la Universidad Complutense. La misión de esta entidad, dirigida por Mirta Núñez Díaz-Balart , hija de la primera y única esposa del dictador Fidel Castro , es borrar el callejero franquista de la capital. Como ya informó ayer este diario, el gobierno de Ahora Madrid, que se define como «la nueva política», ha ajustado el presupuesto que entregará a este «grupo de expertos» para no tener que llevar el servicio a concurso público, tal y como establece la Ley 30/1992 de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común . El límite legal es de 18.000 euros y Carmena va a entregar a Núñez Díaz-Balart 17.999 euros de los madrileños, 1 euro menos del máximo, convirtiéndose así en un contrato menor libre de publicidad.

Justificó ayer el Consistorio, solo comunicándoselo por teletipo a Efe, que lo abordan de este modo y a dedo porque la cátedra es « la única en España que reúne las condiciones para llevar a cabo esta tarea», cuestión de la que duda el grupo municipal popular. «Si ellos entienden que la cátedra es la única experta, deberán haber elaborado una memoria justificativa previa y la vamos a pedir. Podían haberlo encargado a la Real Academia de Historia, a los cronistas de la Villa, a los departamentos de historia de cualquier universidad pública madrileña», expone José Luis Martínez-Almeida , presidente de la Comisión Permanente Especial de Vigilancia de la Contratación por el PP. Informa el edil de que su formación solicitará a este departamento el expediente donde se den las razones «para haber incumplido la normativa y comprobar si han pedido tres ofertas».

Versión consistorial

Para ejercer un control sobre el coladero caprichoso que suponen los contratos menores, Concepción Dancausa , delegada de Hacienda durante los años de gobierno de Ana Botella, aprobó por decreto una instrucción para contención del gasto en la contratación. Dicha normativa, que no ha modificado el actual concejal del ramo, Carlos Sánchez Mato, establece solicitar «ofertas, al menos, a tres empresas capacitadas para la realización del objeto del contrato». Ahora Madrid ha incumplido la normativa interna.

Desde el Área de Cultura y Deportes que dirige Celia Mayer argumentaron que en este caso «solo hay una cátedra universitaria dedicada a la memoria histórica del siglo XX, por lo que sólo hay un proveedor y por eso no caben más ofertas». La cátedra propuso las 30 primeras calles relacionados con el franquismo a fulminar antes del verano. En ocho cometieron errores : en la calle de Francisco Iglesias (Puente de Vallecas), en calle del Comandante Zorita (Tetuán), en la plaza de Juan Pujol (Centro), en la glorieta de Cirilo Martín Martín (Moncloa) , en General Orgaz (Tetuán), Batalla de Belchite (Arganzuela), Caídos de la División Azul (Chamartín) y Ramón de Madariaga (Usera).

«Desmemoria histórica»

La portavoz del PP en el Ayuntamiento, Esperanza Aguirre, anunció ayer que perseguirán esta irregularidad y pidió la dimisión de la delegada de Cultura y Deportes, Celia Mayer, por los «errores» cometidos por la cátedra de «desmemoria histórica». «Son errores de bulto tan alucinantes que merecerían la dimisión inmediata de Mayer», sentenció.

El equipo de Carmena defendió la Cátedra y remarcó que para ese grupo trabaja «un sólido y variado equipo donde prima la interdisciplinariedad, con más de 70 historiadores, juristas sociólogos, etcétera». Sobre el cese de la responsable, prefirieron «no entrar en el juego político». «No tenemos nada que decir».

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