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El botellón se muda al parking

Barreras y coches rotos, reyertas, avisos a la Policía y suciedad es la suma de cada fin de semana en algunos aparcamientos públicos

TATIANA G. RIVAS/ITZIAR REYERO

La música suena a todo volumen en el aparcamiento de la calle Barceló (Centro). No es el hilo musical del recinto, sino el sonido de un fenómeno que prolifera cuando arrecia el frío y la lluvia, como el pasado mes de abril y esta última semana, en los aparcamientos subterráneos de la capital: el botellón . «No es nuevo. Hay fines de semana que hay más gente bebiendo abajo que arriba . Se ponen en las plantas bajas o en las escaleras», informa Miguel Toro, encargado de este aparcamiento ubicado frente a dos salas aclamadas por la juventud madrileña los fines de semana: el Teatro Barceló, antiguo Pachá, y But.

Toro cuenta que, al margen de la suciedad, las anécdotas con esta práctica etílica bajo tierra dan «para escribir un libro», y eso que lleva solo dos años destinado en Tribunal. Los sábados son los días más «animados» a más de diez metros bajo la superficie.

«Un viernes por la mañana del mes pasado (abril) me encontré a un chaval apuñalado porque tuvo una pelea por la novia de otro mientras bebían. Hay reyertas, roturas de barreras, algún daño en los vehículos, se llevan los carteles publicitarios o te encuentras a un tío que sale con dos chicas del baño», ríe al final de su discurso mientras lo narra.

Algunos de los consumidores son clientes del aparcamiento que empiezan bebiendo allí y dejan su cargamento para regresar después de echar unas horas de baile. «Así se lo ahorran en la discoteca», añade el gerente.

El papel de la Policía

A juicio de este empleado, esta práctica se debe a que existe un «vacío legal» ; la Policía Municipal «no puede multar en los aparcamientos porque algunos son privados». Este extremo lo desmiente la Jefatura de este Cuerpo. «Si el aparcamiento es de gestión privada, pero puede aparcar todo el mundo, se actúa igual que si estuvieran consumiendo alcohol en la vía pública », señalan fuentes oficiales de la Policía.

El botellón en el aparcamiento es común en otros recintos subterráneos donde cerca hay zonas de ocio nocturno. También sucede a escasos metros del parking de Barceló. Los trabajadores de Fuencarral, 103 relatan su experiencia. «Suelen ponerse en las plantas más bajas y lo más escondidos posibles . En cuanto les decimos que vamos a llamar a la Policía suelen moverse ». Uno de los empleados asegura que a veces se producen desperfectos en otros vehículso.

El de Plaza de España es otro de los más castigados. Cuenta con vigilancia privada. «¿Aquí? casi todos los fines de semana, pero les echamos pronto. En cuanto ven al vigilante se van. O bajan del botellón de la plaza o vienen directamente para luego ir a la sala (la de la calle Princesa)», narra uno de los trabajadores mientras no cesan de pasar jóvenes, ajenos al parking, para miccionar en los aseos.

Van a cumplirse cuatro años desde que la Comunidad de Madrid endureció el castigo por consumir alcohol en la calle. En julio de 2012 se modificó el artículo 52 de la Ley 5/2002, de 27 de junio sobre Drogodependencias y otros Trastornos Adictivos, para que esta práctica acarreara obligatoriamente una sanción económica de 500 euros –siendo menor– y 600 euros –siendo adulto– sin posibilidad de permutarse por trabajos a la comunidad. El gobierno de Ana Botella anunció mayor presión contra esta práctica y, pese a que desde la llegada de Ahora Madrid han disminuido el número de multas por esta actividad, algunos jóvenes prefieren beber ocultos en aparcamientos subterráneos para escapar de los controles de la Policía Municipal.

Cambio de tendencia

Desde el año 2011, el número de denuncias interpuestas por la Policía Municipal han ido disminuyendo. Fue en ese año cuando alcanzó su tope, 101.070 denuncias . Desde entonces, con el incremento de los controles y el endurecimiento legislativo se han reducido hasta las 39.041 multas y las 7.413 en lo que va de año (de enero a marzo).

Pese a estas cifras, el gobierno de Manuela Carmena quiere optar por otra política: sustituir las multas por charlas pedagógicas . Ha realizado una investigación sociológica en el último trimestre de 2015 a través del organismo autónomo Madrid Salud sobre la práctica del botellón y sus conclusiones reflejan que las casi 170.000 sanciones interpuestas entre 2012 y 2015 «no han tenido efecto disuasorio». A su juicio se reducirá el número de multas con una «mayor prevención».

«Estos resultados han llevado al Gobierno de la ciudad de Madrid a desarrollar nuevos programas y propuestas bajo el denominador común de la prevención, además de reforzar los ya existentes », dijo esta semana el concejal de Salud, Seguridad y Emergencias, J avier Barbero.

El responsable de Salud explicó que entre las nuevas medidas está la de ampliar las intervenciones en las zonas de botellón que hasta este momento realizaba Cruz Roja (en 2015 fueron 6.219), una ampliación que correrá a cargo de la Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD). Esta entidad intervendrá desde 13 de mayo, y lo hará con un enfoque preventivo y dirigido específicamente al sector más joven y también al comercio minorista . El reto en este tipo de actuaciones es, por un lado, modificar la percepción del riesgo, muy baja entre este sector de población, y modificar los patrones de consumo, sobre todo en edades tempranas.

Carpas por multas

Estas intervenciones consisten en la colocación de carpas en zonas en las que se concentran adolescentes y jóvenes, y en las que se ofrecen actividades individuales y grupales de carácter informativo y educativo para sensibilizarles sobre los efectos y riesgos que conlleva la ingesta de alcohol y otras drogas . Samur atiende anualmente una media de 300 menores por intoxicación etílica. En los casos en los que se observe mayor riesgo de adicción se les ofrece atención y tratamiento individual en los servicios de Prevención del Instituto de Adicciones de Madrid Salud.

Las actuaciones de ABD tendrán, al tiempo, en su punto de mira a los comerciantes minoristas para que no vendan alcohol a menores. Con este objetivo se ha diseñado una cartelería que se distribuirá en las tiendas de las zonas de botellón.

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