Tiempo de veteranos

El cambio de siglo en Galicia se caracterizó por los negocios ruinosos, los riesgos excesivos y los endeudamientos nada razonables. Fueron años de burbuja económica y de alegría que parecía no tener fin, pero llegó la crisis, todo se derrumbó y llegaron los análisis sobre qué habíamos hecho mal. Ha sido la perspectiva del tiempo la que nos ha ayudado a analizar con cierta objetividad la situación y a intentar aprender de los errores cometidos para evitar volver a caer en ellos. Algo similar puede ocurrir con la política, que a raíz de los acontecimientos económicos se ha llevado una refriega de la que no hemos aún salido, pero a la que le estamos tomando también las medidas con el paso de los años.

Con la infantilización de los discursos se nos dijo que todo se había hecho mal y que había que poner bajo sospecha a cualquier gestor por el mero hecho de tener experiencia. Tiempos de vendedores de crecepelo. Se dejó de sopesar qué habían hecho bien o mal los políticos para convertir la novedad en un punto a favor per se, sin valorar méritos ni capacidades. Frente al expediente académico y la experiencia en la empresa o en la administración la nueva política puso en el altar al activista, al que más gritaba en el megáfono o el que estaba siempre a la cabeza de la manifestación. Craso error.

El tiempo y las responsabilidades que han asumido esos profetas del último grito los está poniendo en su lugar. Los novatos cometen errores de novato y no mejora quien no quiere hacerlo: son lecciones que hemos aprendido por la fuerza y que parecen obvias pero que no supimos ver, como no adivinamos en su día la locura económica de los primeros años del 2000.

Afortunadamente la burbuja política se está también desinflando y ya verán cómo los partidos van a tener que acabar recurriendo a algunos veteranos a los que trataron injustamente y que fueron excluidos a pesar de que lo estaban haciendo bien. Algunos prejubilados de la política van a tener que ser rescatados. Tiempo al tiempo.