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La tasa turística de la discordia

Con una estimación muy prudente, Santiago calcula que recaudaría un millón al año cobrando un euro por pernoctación. La Xunta se opone rotundamente

Puesto de recuerdos en la plaza del Obradoiro MIGUEL MUÑIZ

NATALIA SEQUEIRO

En Francia se generalizó en 1919, en Estados Unidos se aplica desde los años 70 y en Italia está presente en más de un centenar de municipios. Pero la propuesta del Ayuntamiento de Santiago de cobrar un pequeño tributo, alrededor de un euro por noche, a los turistas que pernoctan en la capital gallega ha vuelto a abrir una guerra entre la ciudad capitaneada por Compostela Aberta y la Xunta de Galicia , que es quien tiene la competenciencia para instaurarla.

El Concello defiende que con los fondos recaudados se podrían llevar a cabo medidas para intentar atraer visitantes en temporada baja y mejorar el cuidado de la ciudad. La Xunta teme, sin embargo, que el encarecimiento de los alojamientos ahuyente a los visitantes. La parte más afectada, los hosteleros, en un principio alzaron la voz en contra de la medida, pero tras escuchar los argumentos del Ayuntamiento, se muestran ahora proclives al diálogo.

Con cuatro millones de visitas anuales y una población próxima a los 96.000 habitantes , Santiago es la ciudad gallega que más sufre la presión turística . Hace un año, el gobierno de Compostela Aberta lanzó el primer globo sonda para instaurar la tasa. Pero la respuesta del Ejecutivo de Núñez Feijóo fue un rotundo no. La concelleira de Turismo, Marta Lois, no cesó en su empeño de abrir el debate y encargó al catedrático de Economía de la Universidade de Santiago Luis Caramés un estudio en el que se analizasen los pros y los contras del nuevo tributo . «Se me pide una perspectiva comparada viendo lo que ocurre en diferentes lugares. En el mundo existen ciudades gobernadas por todos los colores políticos posibles con tasa turística, por lo que no parece que sea una cuestión ideológica», defiende Caramés. Tras el análisis, el experto recomienda que de establecer una tasa se haga con tipos moderados, que la recaudación revierta en beneficios para el sector y que haya diálogo con los hosteleros.

Esa es precisamente la intención del Ayuntamiento, defiende la concejala Marta Lois. «La finalidad de la tasa es contribuir a desestacionalizar el turismo, promocionando eventos importantes en temporada baja y contribuir, en parte, a cuidar la ciudad de los impactos negativos que suponen los flujos masivos de visitas en determinados momentos del año», defiende. Lois explica que el año pasado se registraron 1,4 millones de pernoctaciones en la ciudad y que con una simulación «muy conservadora» los ingresos para las arcas municipales sobrepasarían el millón de euros si se aplicase una tasa media de un euro . Pero en la cifra de ocupantes de hoteles faltan los datos de los llamados apartamentos turísticos en auge gracias a plataformas de Internet como Airbnb. El consistorio quiere que también paguen el tributo porque de no hacerlo, indica Lois, se estaría contribuyendo a fomentar la economía alegal. De incluirse, la cifra recaudada ascendería notablemente.

El ejemplo de Barcelona

En Barcelona —donde se aplica una tasa que va de entre 0,65 a 2,25 euros, según la calidad del alojamiento—, la medida no ha supuesto una disminución de visitantes. De hecho, desde su implantación la llegada de extranjeros creció un 20%. Allí están ya en conversaciones con los responsables de la plataforma Airbnb, que se han mostrado dispuestos a colaborar en la recaudación.

Para la Xunta, no es el momento de introducir nuevos gravámenes . La responsable de Turismo del Ejecutivo de Feijóo, Nava Castro, explica que según los datos correspondientes al pasado agosto, Galicia se sitúa como la séptima comunidad en número de turistas y lo que debe hacer es seguir atrayendo visitantes. «Tenemos que seguir conquistando a los turistas», subraya Castro, convencida de que la tasa desincentivaría su llegada. En su opinión, no se puede comparar Santiago con Barcelona. En la ciudad condal existen 76.000 plazas hoteleras mientras que en Santiago sólo 7.600. Pero la concejala Marta Lois le recuerda que para establecer una analogía deben utilizarse los datos relativos. De este modo, asegura, los términos se invierten: ocho plazas por cada cien habitantes en Santiago y una por cada centenar en Barcelona.

La responsable de Turismo de Galicia recomienda a Santiago que se olvide de las tasas y siga el ejemplo de la Xunta para intentar arbitrar medidas que traten de redistribuir los flujos con sus propios fondos. «Deben llegar turistas todos los días del año y que no se concentren los cuatro millones en apenas unas jornadas, todos, además, en el entorno de la Catedral. No podemos confundir el 15 de agosto con el resto del año », sostiene Castro para minimizar la presión turística de la capital gallega y poner como ejemplo otros municipios, como Sanxenxo, donde por el momento nadie propone instaurar la tasa.

El pasado lunes, el Ayuntamiento de Santiago convocaba una reunión del Consello Municipal de Turismo, donde están representandos los hosteleros, para explicarles con detalle el informe realizado por Luis Caramés. «Estamos dispuestos a escucharlos y a negociar con ellos. Habría muchísimas condiciones para implantarla, pero no descartamos la tasa porque en el fondo pueden tener algo de razón», indica Rita Sobrado, vicepresidenta de la Asociación de Hostelería de la ciudad. Entre sus requerimientos, Sobrado apunta a que la tasa se aplique también a los excursionistas , dado que representan la parte del turismo que menos beneficios genera a Santiago. El informe de Caramés ya analiza la posibilidad de cobrar unos 40 céntimos por persona a través de los turoperadores, aparcamientos de autocares y visitas con guía. La recaudación por este concepto podría llegar a sumar otros 450.000 euros a las arcas del Ayuntamiento. Aunque reconoce que este tipo de tasas deberán aplicarse «cuidadasamente». Desde el Ayuntamiento, reconocen que la tasa a los excursionistas es más díficil de gestionar, pero tampoco la descartan.

Pese al empeño de Santiago, la tasa continuará de momento aparcada. Para la concejala Marta Lois el motivo es claramente político. «La Xunta está confundiendo la voluntad reiterada de hacerle oposición al gobierno de Compostela Aberta con hacerle oposición a la ciudad» , mantiene. Nava Castro lo niega. «Eso es no tener mayor visión. Nos negamos porque no consideramos que sea el momento, ni tenemos la afluencia de turistas necesaria. Nosotros trabajamos con todos los ayuntamientos sean azules verdes o amarillos», mantiene la director de Turismo de Galicia.

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