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CRIMEN DE MORAÑA

Prisión permanente revisable para el padre que degolló a sus dos hijas

El jurado decidió «unánimemente» que David Oubel es culpable. La sentencia será reevaluada dentro de dos décadas

Oubel, durante la lectura del veredicto EFE

PATRICIA ABET

David Oubel, un agente inmobiliario tristemente bautizado como el filicida de Moraña, es el primer sentenciado a la pena de prisión permanente revisable en España tras la reforma penal de 2015. La excepcionalidad de la pena a la que ayer fue condenado en Pontevedra está al nivel del delito cometido, un doble asesinato que tuvo como víctimas a sus dos hijas de 4 y 9 años . Tras apenas dos horas de deliberación, el tribunal popular encargado de juzgar el caso emitió un veredicto unánime de culpabilidad, igual de contundente que la confesión que el propio acusado realizó durante la primera sesión del juicio, aceptando «todos y cada uno de los hechos» que se la imputaban.

En este macabro encadenado que Oubel reconoció sin atisbo de emoción figuraba el haber dado muerte a las pequeñas con una sierra radial que compró el día anterior en una ferretería del pueblo pidiendo «primeras calidades». Tampoco hubo matizaciones acerca de cómo se perpetraron los crímenes. Aceptó que había drogado a las niñas con un combinado de fármacos que mezcló con agua en una botella que les dio de beber y que Amaia, la pequeña, fue la primera en morir . Hacia ella se dirigió con la radial encendida y aprovechando su estado de semiinconsciencia, tal y como relataron los autores de la autopsia, para degollarla con un corte profundo que llegó a afectar a las vértebras de la columna y que fue letal.

Forcejeó hasta la muerte

En el caso de Candela, de 9 años, los fármacos no actuaron del mismo modo y la niña pudo zafarse de su padre y de las ligaduras en las muñecas con las que trató de inmovilizarla. La autopsia reveló que el cadáver presentaba «hasta diez acometidas» reflejadas en «diez heridas distintas» que dan cuenta del forcejeo que se produjo en la habitación de la pequeña. Durante esta lucha, la radial se enganchó con la camiseta de la niña, por lo que su padre optó por hacerse con un cuchillo de cocina para rematar el escalofriante plan . Después se encaminó a la bañera del baño donde los agentes lo encontraron tendido un tiempo más tarde. Estaba manchado de sangre, sumergido de medio cuerpo y rodeado de una botella de ginebra y varias pastillas.

No hubo opción durante el juicio a que la defensa de Oubel alegase un trastorno mental que el propio acusado se encargó de negar durante su escueta confesión. De pie ante el jurado —formado por siete hombres y dos mujeres— el filicida explicó que «a veces en situaciones límite se toman decisiones límite» y pidió «perdón» por unas muertes contra las que «ya no puedo hacer nada». Del mismo modo, el testimonio de la prima y del exnovio del acusado demostraron que, lejos de tratarse de un arranque de furia, el plan había sido premeditado con al menos varios días de antelación.

Cabizbajo e inmutable, David Oubel escuchó ayer el veredicto del jurado y, acto y seguido, la lectura de la condena de boca de la juez encargada del caso. La resolución del parricidio que conmocionó a la opinión pública en julio de 2015 sí afectó al fiscal, que durante su intervención ayer ante el tribunal se quebró y no pudo continuar con su discurso . La misma emoción por las circunstancias del doble filicidio demostró el abogado de la madre, que con la voz rota afirmó a su salida de la Audiencia de Pontevedra que aunque esta condena «no es agradable», espera que sea «un regalo para al menos cubrir la ausencia de las pequeñas fallecidas».

Indemnización a la madre

Además de dictar sentencia «in voce» por dos delitos de asesinato cualificados con alevosía y agravados por el parentesco y por tratarse de víctimas menores de 16 años, la juez del caso fijó el pago de una indemnización de 300.000 euros para la madre de las pequeñas. También prohibió a Oubel comunicarse o acercarse a su exmujer, a su domicilio, a su lugar de trabajo o a cualquier otro espacio donde se encuentre por un período de 30 años. La sentencia fue declarada firme al renunciar todas las partes a recurrir . Finalizada la vista, Oubel abandonó la sala esposado y con el mismo gesto serio e imperturbable que mostró a lo largo de las tres sesiones de un juicio que ha supuesto un punto de inflexión en la historia penal española. Se trata de la primera prisión permanente que se dicta desde que en 1928 se suprimió la cadena perpetua .

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