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Melodías que curan heridas

La musicoterapia ayudaba a relajarse en días de tensión y a activarse en momentos bajos

Participantes en el congreso celebrado en Santiago MIGUEL MUÑIZ

ZORAIDA RIAL

Montse Merino comenzó a darse cuenta de los efectos de la música sobre el estado de ánimo y la salud de las personas en el año 1993, cuando tras crear la Escuela Municipal de Orense, sus propios alumnos se dirigieron a ella para explicarle que sus clases les ayudaban a relajarse en días de tensión, a activarse en momentos bajos o que incluso les hacían tener más ganas de vivir y más ilusión. Tras muchas indagaciones, la propia Merino le puso nombre a este fenómeno años después a través de un folleto que llegó a sus manos bajo el título de «Musicoterapia». Hoy en día, preside la asociación gallega de esta disciplina (Agamus), que este fin de semana organizó en Santiago el V Congreso de Musicoterapia , en el que participaron decenas de destacados expertos en este área.

«La musicoterapia es el uso del sonido y la música para ayudar al beneficio de la salud y al bienestar, tanto de personas con alguna enfermedad específica como para personas sanas que quieren afrontar mejor una situación de sufrimiento o depresión», explica Montse Merino. La musicoterapeuta apunta que el efecto de las melodías en el estado de ánimo de las personas está avalado científicamente desde hace siglos, hasta el punto que esta disciplina está considerada como una profesión sanitaria por parte de los organismos oficiales desde hace décadas. «La música moviliza aspectos relacionados con lo físico y lo fisiológico, pero también la parte cognitiva del cerebro y otros procesos mentales », aclara.

En la actualidad, los expertos de la Asociación galega de Musicoterapia trabajan en distintos hospitales atendiendo todo tipo de patologías en niños y en adultos , desde trastornos obsesivos o adicciones, deterioro cognitivo en personas que han sufrido ictus o problemas en el habla. El musicoterapeuta evalúa primero el estado del paciente y, a partir de ahí, planifica una intervención personalizada para cada persona tomando la música como herramienta. «Las intervenciones pueden ser de forma activa o receptiva. La activa es cantar, improvisar y tocar canciones y la receptiva es más una escucha de música, tanto en directo como grabada», señala el musicoterapeuta Miguel Giner, que incide en que esta disciplina se basa en trabajar con las melodías a nivel terapéutico. «Ir a un hospital con la guitarra y ponerse a tocar para ambientar el espacio no es musicoterapia» , insiste.

Giner trabaja actualmente aplicando esta disciplina en menores destinados a centros de reeducación y explica cómo la música los ayuda a «conocerse mejor a ellos mismos», al tiempo que les sirve para mejorar sus relaciones familiares «normalmente muy deterioradas». Como muestra, este profesional cuenta cómo uno de sus últimos pacientes, menor de edad e ingresado en un centro de menores, le pidió ayuda para grabarle una canción a sus padres «para darles las gracias por todo lo que estaban haciendo por él» . «Si le dices a un paciente que hable de un momento doloroso es posible que no encuentre las palabras, pero si le dices que lo explique con un estribillo siempre nos dará más información», concluye.

Formación

Montse Merino dirige en la actualidad la escuela de musicoterapia Casa Baubo, uno de los centros dedicados a esta disciplina más completos de España y que se basa en un modelo propio de musicoterapia científica, centrado en el análisis riguroso de los efectos psicológicos y neurológicos que producen cada uno de los parámetros de la música. Merino explica cómo cada vez son más las personas que se interesan por esta disciplina, sobre todo profesionales de otras ramas sanitarias. «Saben que a donde no llegan otras técnicas, llega la música», relata.

Pese a que en el centro organizan cursos de musicoterapia e incluso imparten un máster oficial reconocido a nivel europeo, Miguel Giner, docente en Casa Baubo, explica que ser musicoterapeuta va más allá de realizar un curso, e incide en la importancia de que estos profesionales cuenten con una base de formación musical , ya que «la música mal empleada también puede empeorar la salud de las personas». «Si trabajamos con un paciente que quiere salir de un episodio traumático y aplicamos un estímulo incorrecto esa persona puede salir de la consulta mucho peor de como entro», señala Giner.

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