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Juan Soto - EL GARABATO DEL TORREÓN

Mejor los trenes de antes

Quién no se conmovería el anuncio de que para el año 2021 Lugo y Madrid estarán a menos de cuatro horas de ferrocarril

Hay noticias a las que no es posible enfrentarse sin que nos domine una emoción parecida a la que embargaba a quienes, hace más de un siglo, se entregaban a la lectura —en cadencia de una entrega por semana— de «La esposa mártir» y otras obras maestras del gran Pérez Escrich. A ver, si no, quién no se conmovería hasta las lágrimas ante el anuncio, solemne y de toda formalidad, hecho el pasado lunes por el ministro de Fomento, don Íñigo de la Serna Hernáiz, de que para el año 2021 Lugo y Madrid estarán a menos de cuatro hora de ferrocarril. Convengamos que en idénticos o parecidos términos de plazos y velocidades ya se expresaron los ilustres predecesores del ex-alcalde de Santander, desde el señor Sáenz de Cosculluela a la señora Pastor, pasando por Abel Caballero —de quien recordamos una gloriosa rueda de prensa en la que confundió líneas, apeaderos y anchos de vía— y Pepe Blanco, a quien al menos hemos de agradecerle una cierta parcialidad presupuestaria en beneficio de su circunscripción electoral. Y eso, por no remontarnos a los tiempos de don Rafael Gasset, cuando Villafranca y Ribadeo iban a quedar conectados por ferrocarril y hermanados por unos Juegos Florales conjuntos y con alternancia de sede. Ribadenses y villafranquinos siguen esperando hoy que se apruebe el trazado de línea y la designación de la Reina y su Corte de Amor. Entre tanto, continúan prestando su solícitos cuidados al cultivo de la Flor Natural.

De modo que, con todos los respetos al señor De la Serna, mantenemos el convencimiento de que nuestra condición de viajeros de tercera clase, con su carbonilla y su sudorina, permanece inalterable. Si nos apuran, nos atrevemos a decir que, en lo que a la provincia luguesa se refiere, estábamos mejor hace medio siglo, cuando al menos nos quedaba el consuelo de Monforte de Lemos como nudo ferroviario, con lo que ello significaba para el empleo, es decir, para la cuantificación de nóminas a cargo de la empresa estatal. Dinero, familias, actividad comercial, bullicio en el barrio de la Estación, bailes en La Fraternal y, a mayores, la Masa Coral Renfe que dirigía el benemérito maestro Germán Arias. O sea, que preferimos aquellas realidades a estas promesas. Es duro admitirlo.

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