Galicia libra la batalla por el eucalipto
Los empresarios, ante la futura norma de la Xunta, defienden su rentabilidad Asociaciones ecologistas lo equiparan a «una droga» que secuestra al rural
Nadie puede negar los dos presupuestos que acompañan la expansión del eucalipto en Galicia: crece rápido y se vende bien . Es simple. A partir de aquí, se entremezclan los intereses de los agentes que intervienen en el sector forestal, empezando por los empresarios, continuando por los ecologistas y acabando por la Xunta, que es quien tiene la sartén por el mango en la regulación del monte gallego.
La Consellería de Medio Rural lleva meses ultimando un decreto para amurallar la expansión de la especie. Los datos son los datos: la superficie cultivada prevista en el Plan Forestal de Galicia es de 245.000 hectáreas. O lo que es lo mismo, el 8% del territorio de la Comunidad estaría salpicado de eucaliptos, de no ser porque ésta es solo una previsión. Según el departamento que dirige Ángeles Vázquez, el Inventario Forestal Nacional refleja que la cifra fue «ampliamente superada» hace más de veinte años. Calcular hoy la huella del eucalipto en nuestros bosques es una quimera .
Se ha instalado sobre una parte de la sociedad civil la idea de que el eucalipto es una especie «non grata» en el rural de Galicia . Un árbol antipático que solo se salva por su idiosincrasia: tiene un salida fabulosa en el mercado de la silvicultura. Y menos mal, porque otras voces le atribuyen la agresividad de un «Atila» biológico , en el sentido de que donde hay un eucalipto, no crece más que la aridez del suelo, la pérdida de fertilidad o los incendios forestales.
«No se puede decir que una especie es mala porque no me gusta. Son creencias sobre cosas que son técnicas, científicas, y nosotros en el plano de las creencias no debatimos» , asegura Francisco Dans del Valle, de la Asociación Forestal de Galicia (AFG). Le irrita la superstición y que el debate se haya convertido en una barra libre de opiniones infundadas: «Nos molesta la falta de criterio». Lo compara con una consulta: «Cuando a un médico le diagnostican algo, nadie que no tenga conocimiento de medicina le critica su decisión».
La AFG agrupa a muchos de los 200.000 propietarios, comuneros y empresarios de Galicia. Todos los socios suman 120.000 hectáreas de monte cultivado. También ellos reflexionan sobre el futuro de su gremio —su próxima asamblea general abordará la cuestión— pero hay cierto consenso sobre dos aspectos. El primero, el respeto a la libertad de cada particular. «Los montes los gestionamos no para hacerlos bonitos», añade Dans, «sino para conseguir unas rentas o generar una riqueza».
Las palabras del portavoz del AFG son una sacudida a los tópicos. Apunta, ya no su postura favorable al cultivo sostenible del eucalipto, sino su peso sobre el volumen de negocio. «Es una parte importantísima de la actividad económica. Estratégica, diría» . Habla incluso de una «economía del eucalipto» que, como todas las economías, se santiguan contras las regulaciones excesivas.
Los datos de la Federación de Aserraderos de Galicia (Fearmaga) apuntalan esas tesis. Las compañías rematantes facturaron más de 400 millones de euros en 2015, señalan, un 5% más que en el ejercicio anterior. En los aserraderos trabajan aproximadamente 9.500 personas de manera directa. Son los que contribuyen a que Galicia sea una de las mayores productoras a nivel nacional, con un índice del 30%.
Dinero y papel
Es por eso que Fearmaga, dentro de su «profunda preocupación», reivindica «el valor del eucalipto» en la economía autóctona. Por eso, y porque el una de cada dos talas (4,4 millones de metros cúbicos) se practican sobre los troncos de un eucalipto . Su rentabilidad no está en entredicho. Ni siquiera por parte de asociaciones ecologistas como Adega —Asociación para a Defensa Ecolóxica de Galiza—. « Claro que da dinero, pero esa no es la cuestión, la cuestión es cuánto quita y qué potencial detrae », precisa Fins Eirexas, su secretario ejecutivo, en conversación con ABC. «El monocultivo es un problema desde el punto de vista ecológico y también económico. Deja en manos de muy poca gente la gestión de muchos territorios con su gente dentro, haciendo que Ence controle el precio», relata.
Entonces, soslaya, es cuando el propietario entra en el círculo virtuoso. « Quedan enganchados al eucalipto como si fuera un droga: no tienes más margen de maniobra que el de plantar-recolectar-plantar, así eternamente ». La Asociación Forestal de Galicia reconoce que la producción de pasta de papel es un sostén, «la mayor parte» de la madera recogida se destina a este fin, pero no se demoniza: «La pasta va a parar a multitud de papeles que todos consumimos, como sanitarios o higiénicos, aunque parece que decirlo sea una cosa mala».
Eirexas ve alternativas. Antes que consentir que Ence «eche a la gente» o «cree absentismo» en rural, apuesta por mirar hacia Finlandia, donde la pasta de papel se produce con árboles coníferas autóctonas. La diversificación es también una de las peticiones de los madereros de Fearmaga a la Xunta de Galicia, para que promueva las plantaciones «de pino y otras frondosas».
La normativa
En todo este crisol de posiciones, el Gobierno gallego dio a conocer el punto de partida de su decreto. «Lo que hará esta norma es regular las plantaciones, en ningún caso prohibirlas en general», avanzan desde Medio Rural. La Xunta le da la espalda a que «por las buenas» el cultivo del eucalipto quede vetado. La moratoria planteada por Portugal dio alas a quienes pensaban que la administración autonómica iba a seguir su ejemplo. Pero no. El texto, en fase de elaboración, buscará « preservar la identidad forestal de aquellas zonas en las que apenas hay eucalipto o esta especie tiene escaso rendimiento económico». Algunas del interior de Galicia serán las elegidas para mantener sus montes cerrados a esta especia. Verán desde la barrera el desenlace de la batalla del eucalipto.
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