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Ferrol espera a las fragatas F-110 para lograr diez años de empleo estable

La empresa da por hecho que en el primer semestre se firmará la orden de ejecución anunciada por el Ministerio. Prepara un plan de formación ante la falta de operarios cualificados y ve el encargo clave para crear el astillero 4.0

Un operario en las gradas de los astilleros de la empresa pública Navantia en Ferrol MIGUEL MUÑIZ

NATALIA SEQUEIRO

Con una tasa de paro que roza el 19%, cuatro puntos superior a la media gallega, Ferrol encara 2018 con la mirada puesta en las decisiones del Ministerio de Defensa. Tanto el departamento que dirige Maria Dolores de Cospedal como la Armada han anunciado que durante el primer semestre de este año se firmará la orden de ejecución para que Navantia pueda comenzar a construir las prometidas cinco fragatas F-110. El encargo supondría, según la empresa pública, empleo estable para diez años en una comarca que continúa siendo muy dependiente del sector naval debido a las incumplidas promesas de reconversión industrial.

A finales de 2010, partía de la ría ferrolana la fragata «Cristóbal Colón», la última de las cinco que conformaban la serie F-100, encargadas también por el Ministerio de Defensa. Desde entonces la actividad en las gradas de Navantia-Ferrol comenzó a decaer. Muchos operarios de las auxiliares perdieron sus empleos y pese a lograrse algún nuevo contrato en los astilleros públicos, el naval se sumó en una profunda crisis de la que empieza a despertarse. El nuevo encargo supondría el espaldarazo definitivo para abandonar el letargo.

«El Programa F-110 prevé un retorno económico y en empleo de extrema importancia, fundamentalmente en sus áreas de influencia», explica Rafael Suárez Pérez, director de Navantia-Ferrol. Según los cálculos de la compañía, la construcción de las fragatas generará 7.000 empleos anuales, de los cuales 1.300 serán en la plantilla de la empresa, 2.100 en las auxiliares y el resto en otros sectores a través de la cadena de suministro. Aunque habrá otros centros implicados, la mayor parte del trabajo se realizará en Ferrol. «Sería una carga de trabajo importantísima», confirma el responsable del sector naval de CCOO en Galicia, José Matesanz. «Es un tema fundamental. Sería la salvación para poder enlazar la carga de trabajo actual y que no quedásemos paralizados», confirma Marcelino Amado, de la CIG. Pero pese a que la empresa da por hecho que el contrato llegará en este semestre, Matesanz señala que por el momento «no deja de ser una posibilidad».

El sindicalista recuerda que el Gobierno central ya había fijado para finales de 2017 la rúbrica del contrato y que incumplió su promesa. Las dificultades que está teniendo el Gobierno de Mariano Rajoy para sacar adelante los presupuestos generales del Estado también preocupan a CCOO y la CIG, aunque confían en que existan mecanismos para financiar el programa si se prorrogan las cuentas. Desde la consellería de Industria señalan que la aprobación de los presupuestos «es clave» para lograr un contrato importantísimo para Galicia.

El cronograma previsto por el Ministerio prevé que una vez firmada la orden de ejecución se inicie un plazo de revisión del diseño durante el primer trimestre de 2019 y seis meses después comiencen los trabajos de la primera fragata de la serie, la F-111. A partir de ahí se continuaría construyendo un buque cada año hasta la botadura de la F-115 en el 2027.

Robotización

Al margen de la importante carga de trabajo, Navantia fía buena parte de su plan estratégico para garantizar la viabilidad de la empresa en el periodo 2018-2022 a la consecución del encargo. El contrato, explica Rafael Suárez Pérez, servirá de base «para acometer las necesarias obras de modernización del astillero de Ferrol, situando a este centro dentro del marco Industria 4.0». La modernización de la antigua Bazán pasa por el estudio de la construcción de un nuevo dique cubierto, nuevos talleres de fabricación, dos nuevos muelles y la digitalización y robotización de las instalaciones para reducir plazos y costes. «Hasta ahora se han dado solo pequeños pasos, con las gradas vacías difícilmente podía acometerse la renovación del astillero» , sostiene José Matesanz, quien considera imprescindible amarrar las cinco fragatas si la empresa quiere ser relevante en el mercado internacional.

La construcción, entre 1997 y 2010, de la serie F-100 supuso nuevas oportunidades de contratos para Navantia. Una versión más reducida se vendió a la armada Noruega y también se lograron contratos para Australia. La empresa pública espera que la historia se repita con las F-110. «Estamos convencidos que va a ser un barco con muchas posibilidades para la exportación, como ha ocurrido con las F-100», sostiene el director de Navantia Ferrol.

Morir de éxito

Tras varios años con el naval gallego prácticamente en dique seco, ahora es otra la amenaza que se cierne sobre el sector, la falta de operarios cualificados. La patronal del metal, Asime, cuantificó en 1.500 los trabajadores que necesitan los astilleros gallegos. «Sería triste que al final muriésemos de éxito, con mucha carga de trabajo, pero sin gente para hacerlo», denuncia el responsable de Naval de CCOO. José Matesanz recuerda que los sindicatos llevan tiempo demandando a las administraciones autonómica y local que se impliquen en la formación de trabajadores.

«Uno de los pilares del plan estratégico de Navantia es el rejuvenecimiento de la plantilla y un nuevo marco de relaciones laborales más flexible y moderno», explica el director de Ferrol. «Para ello está previsto un ambicioso plan de formación, con el que se pretende preparar a las nuevas incorporaciones para trabajar en el astillero 4.0, el astillero del futuro que prepara Navantia», añade Rafael Suárez Pérez.

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