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Juan Soto - El Garabato del Torreón

Curiosidades político/laborales

Para quien nunca tuvo oficio ni beneficio no hay razón ni ideología, sino cargo y sueldo

En el semanario «A Nosa Terra» (víspera del Día das Letras Galegas de 1980) publicó Fole el artículo «Non dan a talla», cuyo contenido se compendia en el título: no trata de la alzada de las mulas de As San Lucas sino del alcance del caletre de los políticos. La vigencia del texto es creciente.

Hay una curiosa revelación escondida en la última demoscopia del CIS: los jóvenes sienten un absoluto desprecio hacia las herrumbrosas formaciones políticas. En pura lógica, idéntica repulsa les inspiran quienes las encarnan, un hato siempre al sol de la nómina que más calienta. Puede ser lamentable y desalentador, pero no es extraño.

Pensemos, por ejemplo, en los convivintes en las cuatro demarcaciones gallegas. Sus representantes en las Cortes generales sienten hacia ellos un interés meramente utilitario: un trámite para obtener acta parlamentaria. Una vez conseguida, ni siquiera se molestan en dar las gracias. Es decir, en la consideración de esta gente no hay ciudadanos sino papeletas de voto. Y lo dicho para quienes calientan escaño en Madrid, vale para quienes lo hacen Santiago o en Estrasburgo. A la inmensa mayoría de nuestros representantes la política les ha sacado la zueca del barro y el estómago de mal año. Y ya se sabe que para quien nunca tuvo oficio ni beneficio no hay razón ni ideología, sino cargo y sueldo.

De semejante indignidad lo mismo participa un ministro de Fomento que un concejal raso. No hace falta señalar con el dedo, pero ¿cuántos de nuestros diputados, senadores, europarlamentarios y munícipes sin graduación saben lo que es dar palo al agua? ¿Cuántos han acreditado capacidad para ganarse el cocido al margen del partido, del que llevan beneficiándose desde que tienen uso de razón? ¿Cuántos han probado otra dieta que no sea la de la sopa boba? La política, que antes reportaba prestigio, reporta ahora dinero en metálico. Eso explica ciertos medros y ciertas indecencias, ciertas sonoridades mamporreras y ciertas redacciones zafias.

«Non dan a talla». Fole lo sentenció hace casi cuarenta años. Pero los que antes chapoteaban a ras de tierra hozan hoy en la alcantarilla.

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