La tormenta

Nos pasamos el invierno deseando la llegada del verano. Y cuando llega, nos quejamos del calor. Y si hay tormenta, como este miércoles, nos frustramos ya que no podemos ir a la playa. Justo hoy. ¡Será posible!

Somos insoportables. Nuestra capacidad para la insatisfacción es infinita. Leo en ABC que el selfie dispara las operaciones de estética de los menores y me parece lamentable. Cada cual haga lo que quiera y piense lo que le parezca. Yo opino que un chiquillo de siete años operándose las orejas de soplillo es una cosa que raya la enfermedad mental . No me escandalizo ni un pelo, y creo que esta estupidez acabará por normalizarse como lo han ido haciendo otras. Pero no dejará de parecerme una actitud enferma.

Es como lo de un amigo que tengo que odia el pelo en su cuerpo y lo echa de menos en su cabeza . Lo ha resuelto de una forma muy sencilla: Se está haciendo la láser hasta de las pelotas y un injerto de pelo en el pelotón que tiene por cabeza. Un fenómeno.

El psicólogo Rafael Santandreu ( @RsantandreuOfic ) explicaba la otra tarde en la radio una patología que ha bautizado como la terribilitis . Se trata, que me perdone el autor si no soy muy preciso, de una enfermedad motivada por la forma en que los pobres humanos vivimos lo que nos ocurre. Es decir, lo grave no es que tengamos las orejas un poco separadas de la cabeza, lo grave es que no podamos seguir viviendo si no nos las pega al cráneo con Loctite un cirujano. Y que lo haga inmediatamente.

En fin, supongo que es el camino que hemos elegido y emprendido y que no hay vuelta atrás. Pero me parece que caminamos irremediablemente hacia una sociedad más insatisfecha y frustrada , y por cuestiones cada vez más banales, menos trascendentes.

Vuelve a llover. Qué preciosa tormenta.