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DEPORTE FEMENINO

Ana María Martínez: Imparable progreso en el agua

Ana María Martínez crece en la natación en busca de unos Juegos y de abrir ventanas hacia el deporte adaptado

Ana María Martínez posa en la piscina del FERCA ROBER SOLSONA

RAÚL COSÍN

«Cuando volví a meterme en la piscina, sentí que sí lo podía hacer, que sí podía nadar» . Le embargó una sensación de florecimiento. De ver que la operación no la separaría del agua, de la natación, de reencontrarse con ese escenario en el que siempre ha encontrado relajo y en el que ha ido dando forma a un estilo de vida. Ana María Martínez Rolanía (Valencia, 6/4/1999) progresa como una de las nadadoras con talento y esa especial capacidad de sacrificio de la natación paralímpica española, entrenando a diario en el club Ferca.

Cuenta que con un año y medio ya se pegaba sus primeros chapuzones y sus padres le apuntaron a cursillos con una previsión protectora. Hacia los tres años, el entrenador les trasladó que aquella niña tenía madera y que siguiera acudiendo a clases. Entre Petxina y el Ferca, desde los seis años comenzó a profundizar en los entrenamientos y un año después ya competía. Camino de los nueve años, ganó su primer oro autonómico .

Tenía nueve años cuando le detectaron una desviación en la columna. «Al principio me pusieron un corsé y el primer año pareció que mejoraba y seguía yendo bien en la natación y ganando medallas, pero luego empeoré bastante, decaí en la natación, me costaba mucho incluso hacer mínimas para provinciales» , recuerda.

La operación le llegó con doce años. Sus padres tuvieron que convencerla para que desestimase ir a una competición para la que había conseguido mínima autonómica. Ya tendría otras oportunidades. Pero Ana María lo tuvo claro cuando habló con la cirujana: «Le dije que sólo me operaba si iba a poder seguir nadando a nivel competición» . La intervención le dejó unas limitaciones y pasó entonces a la natación adaptada gracias a la F.E.S.A -«hacen una gran labor en el deporte adaptado»-, siendo clave la intervención en la Fe y el trabajo de la unidad de raquis.

«Fue un proceso largo. Al principio lo pasé mal porque no me dejaban meterme en la piscina por la cicatriz . En cada visita pedía a la cirujana un poco más. Lo primero fue poder meterme en el agua y hacer unos largos. Fue un momento indescriptible y vi que podía hacerlo, vi que podía nadar», cuenta. Poco a poco, más lento de lo que ella hubiese querido o estaba dispuesta a esperar, impaciente quizás por la edad, fue avanzando hasta que ya introdujo virajes. El día que médicamente pudo lanzarse de cabeza entró por la puerta de la piscina y prácticamente ni se lo pensó.

R. SOLSONA

Amasa medallas

Fue al campeonato de España absoluto con catorce años -compite en las categorías S10 en espalda y crawl y SB9 en braza -. Amasó siete medallas. Aquello ya despertó el interés de la selección española. Y desde ese momento todo ha ido transcurriendo veloz como ella en el agua. «El año pasado fui al Europeo juvenil y logré dos oros y dos cuartas plazas ». Acumula campeonatos y metales. Ahora, con 16 años, Ana María piensa en «entrenar mucho, a tope, y trabajar para ir mejorando mis marcas. Lógicamente, como cualquier deportista, tengo el sueño de poder ir a unos Juegos Paralímpicos». Quizás no en Río 2016, pero sí se ve en Tokio 2020: «Son más de cuatro años. Aún me queda desarrollarme. Tendría opciones con 21 años y pienso que podría tener las mínimas súper hechas ».

La nadadora valenciana, integrante del equipo del Proyecto FER , compagina la natación con sus estudios de Bachiller. Su objetivo es avanzar en su disciplina deportiva, pero también completar su formación y estudiar Enfermería: « El deporte me ha enseñado a madurar, a valorar mucho a las personas y las cosas que tengo, pero también a organizarme una vida que llevó entre el agua y los estudios pudiendo llevarlo todo».

Espera que se abran ventanas para conocer el deporte que practican personas con alguna diversidad funcional y que se conozca y se vea lo que transmite: «La gente puede valorar a las personas haciendo deporte, independientemente de si tienen o no una discapacidad física». Ella sigue adelante sin barreras: «Cuando entro al agua me relajo. Al empezar a entrenar pienso en hacerlo fuerte para preparar la siguiente competición. Y cuando llegó voy a darlo todo y tirar para ir lo máximo posible, porque es posible» .

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