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Entrevista

Igor Yebra: «La cultura alimenta el alma»

El bailarín y coreógrafo vasco impartirá del 27 al 29 de enero un taller en el Auditori Teulada Moraira

Imagen de una actuación de Igor Yebra ABC

M. MOREIRA

«El bailarín clásico está siempre en el aire, y ahora lo que me llama es la danza arraigada profundamente en la tierra». Tras catorce años en el Ballet de la Ópera Nacional de Burdeos, Igor Yebra (Bilbao, 1974 ) decidió hace dos años pasar página y empezar otro capítulo. «Siento que estoy en un momento de cambio. Trato de ser honesto conmigo mismo, y no es más que la evolución lógica del cuerpo. Podría seguir con el ballet clásico, pero creo que es preferible que la gente me recuerde en mi mejor momento».

Ante Yebra se abre ahora otro gran horizonte , el de la interpretación, con proyectos interesantes a la vista. «No puedo avanzar nada porque no están firmados, y para eso soy un pelín supersticioso. Sí puedo decirte que son realmente interesantes, con gente importante», nos cuenta a través del teléfono.

Además de su nueva faceta como actor, el bailarín y coreógrafo quiere volcarse más si cabe en su particular cruzada por la «educación y el cambio social», como él mismo la describe. Una misión que no solo lleva a cabo a través de la escuela que abrió en Bilbao hace una década, sino también con talleres como el que protagonizará en el Auditori de Teulada Moraira del 27 al 29 de enero . Dirigido a todo tipo de público, incluso a los que se acercan por primera vez al mundo del ballet, en este curso Yebra explicará en qué consiste la preparación de un bailarín, desde la alimentación (para lo que se contará con la presencia del chef Manuel Alonso ) hasta las distintas técnicas de estiramientos y respiración.

Se trata de una experiencia inédita para Yebra , puesto que también creará en directo una coreografía en solitario inspirada en una de las obras del escultor Quico Torres .«La idea de este curso surgió un día entre copa y copa de vino con mi amigo Quico. Hablábamos de que hay que acercar el arte a la gente. No podemos dejar que las nuevas políticas nos lleven a un mundo en el que el interés por la tecnología se come la parte de la cultura, que es lo que de verdad alimenta el alma de las personas». Detrás de este tipo de proyectos anida el interés por educar la sensibilidad del público. «De mi escuela han salido profesionales, pero la gran mayoría de los alumnos no se van a dedicar profesionalmente a la danza. Esta labor también es importante para formar un público consciente. Cuando tienes un cierto conocimiento valoras los espectáculos de otra manera. Necesitamos que la danza no sea elitista ni cosa de cuatro locos ». ¿Qué les aconseja a los alumnos de corta edad que sí quieren bailar profesionalmente? «Intento pararles los pies en un principio; les digo que hay que ir paso a paso y les advierto de que se verán obligados a irse de su casa y de su país. Que les espera una vida de mucho trabajo y un sacrificio al que los niños hoy en día están poco acostumbrados».

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