Francesc Sànchez y Antoni Vives, la alargada sombra de la vieja Convergència

La operación contra la trama corrupta del 3% de supuesta financiación irregular de CDC se ha saldado con las detenciones, entre otros, de Francesc Sànchez y Antoni Vives, dos de los hombres fuertes de la antigua CDC y personas de confianza de el expresidente catalán Artur Mas y el exalcalde de Barcelona Xavier Trias.

Sànchez, nacido en 1971 en Sant Boi de Llobregat, fue lo más parecido al fontanero de la antigua Convergència y el encargado de achicar agua tras las acometidas judiciales que ha venido sufriendo el partido en los últimos años. Llegado a la cúpula desde la militancia de base, donde empezó a foguerse en la JNC, las juventudes del partido, Sánchez ha alternado cargos orgánicos en el partido con un carrera municipal que le ha llevado a pasar por los ayuntamientos de Vilanova i la Geltrú y Premià de Mar.

Su nombre adquirió especial relevancia durante el congreso de refundación de CDC, ya que se convirtió en el hombre de confianza de Artur Mas para comandar el tránsito que habría de culminar en el nacimiento del PDeCAT .

Antoni Vives, por su parte, también formaba parte del núcleo duro del expresidente Mas y durante ocho años fue concejal del Ayuntamiento de Barcelona a las órdenes de Xavier Trias. Con un pasado político que le llevó a militar en el MDT y en ERC, en 1999 ingresó en CDC , desde donde fue acumulando cargos como la Secretaría de Planificación Económica (2000) y la Secretaría del Gobierno de la Generalitat (2001-2003).

Siempre alternando la política con la literatura -tiene media docena de libros publicados entre novelas y ensayos-, Vives llegó en 2007 al Ayuntamiento de Barcelona, donde ocupó, entre otros cargos, el de concejal de Urbanismo.

Fue precisamente su paso por el Ayuntamiento el que desató al polémica, ya que tuvo que abandonar su cargo en 2015 cuando la Fiscalía de Barcelona presentó una querella por la contratación supuestamente simulada de «Leslie», el cantante de Los Sírex. También fue presidente de Bimsa, la empresa de infraestructuras del Ayuntamiento de Barcelona. Uno de los contratos que se investigan es la adjudicación por parte de Bimsa de las obras de los túneles de la plaza de las Glòries, cuyo presupuesto sufrió una desviación de un 40 por ciento.