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Desplante de Marruecos a Puigdemont, quien cancela su viaje oficial con el presidente de Flandes

La Generalitat cancela su viaje oficial tras la negativa marroquí de verse con el presidente autonómico

Carles Puigdemont y Geert Bourgeois, en abril de 2016 en Gante (Bélgica) JORDI BEDMAR

DANIEL TERCERO

Un viernes. A última hora de la tarde. Para pasar desapercibido. Así comunicó la Generalitat de Cataluña un nuevo portazo internacional: cancelada la visita a Marruecos prevista para entre el 7 y el 9 de mayo próximos y que Carles Puigdemont, presidente autonómico, había anunciado realizaría junto con su homólogo de Flandes (Bélgica), Geert Bourgeois.

De esta manera, «la diplomacia catalana» cosecha un nuevo desplante a sumar a los recientes fracasos de la Embajada de EE.UU. en Madrid y del Centro Jimmy Carter de Atlanta (EE.UU.).

Pasadas las 21.30 de la tarde-noche de este viernes, la Generalitat comunicó -conjuntamente con el gobierno de Flandes- que quedaba «suspendida la misión comercial» a Marruecos en cabezada por Puigdemont, «después de que el Gobierno de Marruecos haya informado formalmente, dos semanas antes del viaje, de que ninguno de los responsables políticos marroquíes -a todos los niveles políticos- podría recibirles en el periodo en que los dos presidentes se encontrasen en el país».

Tanto el presidente de la Generalitat como el ministro-presidente de Flandes «lamentaron» la decisión «unilateral» del Gobierno de Marruecos. Y fuentes de la Genealitat aseguraron, después de enviar el comunicado, que «el Gobierno de España ha presionado a Marruecos para cancelar las reuniones previstas», según TV3.

Al viaje, al margen del efecto político, estaban invitados empresarios; y los dos presidentes regionales tenían previstas reuniones con compañías, instituciones y organismos públicos de Marruecos.

Suma y sugue

Este no-viaje de Marruecos se suma a una lista de desplantes y desmentidos a nivel internacional que «la diplomacia catalana», ahora centrada en defender la secesión de Cataluña, puede mostrar en su hoja de servicios.

Los penúltimos, los que mostraron la Embajada de EE.UU. en España y el Centro Carter de Atlanta (EE.UU.). La legación estadounidense señaló en un comunicado -a mediados del mes pasado- que, como en otras ocasiones, «la posición del gobierno de Estados Unidos sobre Cataluña es que es un asunto interno de España» y, para despejar posibles interpretaciones, añadió que EE.UU. está «profundamente» comprometido en «mantener la relación con una España fuerte y unida».

Por su parte, el centro de mediación de conflictos que lleva el expresidente estadounidense Jimmy Carter, y al que acudió Puigdemont para que le diera un respaldo a nivel internacional, no fue menos contundente que la nota diplomática: «La intención del Gobierno de Cataluña de promover un referéndum sobre la independencia fue compartido con el presidente Carter, que explicó que ni él ni el Centro Carter pueden estar involucrados en este tema».

Y solo a modo de ejempl, en mayo de 2016, Puigdemont realizó su primer viaje oficial. A Bruselas. Resultado: Jean-Claude Junker, presidente de la Comisión Europea, y Martin Schulz, entonces presidente del Parlamento Europeo, rechazaron reunirse con él. Desde la Generalitat negaron haber pedido una reunión con cada uno de ellos, pero portavoces de los dos dirigentes comunitarios confirmaron las peticiones y, elegantemente, justificaron la no-reunión.

Unos días después, Puigdemont lo intentó en Londres. Mismo éxito: ninguna reunión oficial de primer nivel. Su vista se limitó a una conferencia, verse con Alex Salmond, exlíder del Partido Nacionalista Escocés, y una entrevista para la BBC. Suma y sigue.

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