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Las dos Barcelonas: del «queremos divorciarnos» al «no soy facha, soy español»

En barrios como Gracia, la independencia gana por goleada y en otros, como Nou Barris, incluso se ven banderas de España

Una pintada independentista en el barrio de Gracia de Barcelona. Video: Los obispos piden ante el 1-0 que "se eviten decisiones y actuaciones irreversibles y de graves consecuencias" INÉS BAUCELLS
Enrique Delgado Sanz

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«Yo siempre lo explico igual», dice Sever Monclús, un vecino del barrio de Gracia, paradigma del soberanismo en Barcelona. «Esto es como una pareja: para casarse hace falta que los dos estén de acuerdo pero, para separarse, basta con que sólo uno de ellos quiera», desarrolla el barcelonés, que no tiene dudas: «El domingo yo voy a ir a votar porque quiero la independencia y creo que la gente del barrio, también». En el barrio de Luisa Seijas y sus amigas, por el contrario, la cosa no está tan clara. Al contrario. «El domingo no se va a votar» , exclaman a coro estas vecinas de Nou Barris, un distrito de la Ciudad Condal que destaca por dar la espalda a la independencia.

En las elecciones autonómicas y municipales de 2015, Barcelona mostró sus dos caras con respecto al independentismo. En conjunto, Junts pel Si (JxSi) y la CUP consiguieron entre ambas el 40% de los votos en juego. En cambio, en distritos de la capital como el de Gracia, su cuota se incrementó hasta más del 60% . En otros, como en Nou Barris, apenas llegaron al 30%. Les ganaron Cs y el PSC. Y eso se nota. «Aquí el otro día estuvieron colocando carteles independentistas y justo detrás iba una señora quitándolos », rememoran las veteranas vecinas, que no entienden una España sin Cataluña: «¿Dónde íbamos a ir nosotras entonces?».

No saben dar respuesta a esta pregunta en Gracia, donde Enric Català da fe, sin embargo, de lo que dictaron las urnas: «Este es un barrio muy catalanista». Un paseo es suficiente para dar por buena esta tesis. Las «esteladas» cuelgan de las ventanas y en las paredes son habituales carteles con lemas como «votem per ser lliures» o «votarem si o si» -votaremos para ser libres o votaremos sí o sí-. «Mucha gente no quería irse antes, ¿pero cuál es el problema? Que a más presión del Gobierno, más radicalización», diagnostica el joven a las puertas de un bar. Es curioso cómo en algunas cafeterías el tema se toca lo menos posible . Los camareros esquivan las preguntas con la cabeza gacha porque, al fin y al cabo, una mala respuesta podría ahuyentar a una parte de la clientela y con el dinero no se juega.

Una bandera de España cuelga de una ventana de Nou Barris INÉS BAUCELLS

«La independencia traerá más ruina», replica José María Villegas desde Nou Barris, una visión que no comparte José Morán en Gracia. «Soy independentista desde que tenía 13 años y el domingo voy a ir a votar porque Andalucía, Castilla La Mancha y Extremadura nos cuestan mucho dinero a los catalanes», estima este hombre, que encuentra respuesta, otra vez, en Nou Barris. Allí, Martín Ramos e Isidro de Diego, dos de esos veteranos vecinos de tardes de charla en un banco al sol, piden a los políticos independentistas «que no engañen a la gente» antes de mandar un recado a unos viejos conocidos en la zona, ahora que se habla de dinero: «Y los Puyoles, que devuelvan los millones».

Català, pese a no coincidir en espacio y tiempo con estos dos señores, tampoco oculta su descontento con el tema . «Quien no lo vea tiene un problema», asegura, aunque insiste a la hora de criticar al Ejecutivo de Rajoy. «Tienen que escuchar o, por lo menos, negociar», subraya desde una de esas calles de Gracia donde, aunque parezca imposible, también hay quien levanta la voz contra la España sin Cataluña que persigue Puigdemont.

Detalle de una pared de Nou Barris con carteles independentistas arrancados INÉS BAUCELLS

«La palabra facha la odio», advierte Alfredo García desde su taller de carpintería. Acto seguido, interrumpe su faena y, entre tablones, clama contra aquellos que señalan a otros vecinos, como él, que dicen no dudar al decir que son españoles o aragoneses. «Yo no quiero la independencia pero soy el más catalán» , asegura el artesano, quien tiene claro que aquellos que más perderían si Cataluña fuera independiente «serían los jóvenes». «En España nos necesitamos todos», indica un hombre que considera que la llave para solucionar el secesionismo catalán la tienen, precisamente, sus descendientes: «Alguien de 18 años no puede querer embarcarse en algo que va a ser peor de lo que tiene».

Esa es una forma de verlo y otra, fraguada por la experiencia, la ofrecen las veteranas vecinas de Nou Barris que, desde su banco habitual, lo tienen claro: «Si se independizan y nos echan, aquí se van a quedar cuatro . Barcelona es una ciudad que construimos entre personas de muchos lugares».

Pintadas y carteles a favor del referéndum del 1-O en el barrio de Gracia INÉS BAUCELLS

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