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El Liceu estrena «Òpera samfaina», un espacio gastronómico de vanguardia

Cultura, ópera y gastronomía se dan la mano en este nuevo espacio de 950 metros cuadrados

Uno de los apartados del nuevo espacio gastronómico J. BOFILL

PABLO MELÉNDEZ-HADDAD

No es un restaurante, pero allí se come. No es un teatro, pero el lugar es un espectáculo. No se canta ópera, pero la lírica está siempre presente. «Òpera samfaina» ocupa los 950 metros cuadrados en los que el antiguo Espai Liceu acogía un bar, una tienda, un pequeño auditorio y las taquillas.

Todo ello se ha reconvertido en un recorrido kitsch y de vanguardia, pleno de paraditas que proponen una experiencia «gastronómica, de ocio, animada, lúdica y teatral», según explicó su director, Jordi Armengol, con lo mejor de la cocina tradicional catalana, vinos de la región, cervezas, tapas y múltiples medios audiovisuales que abren y estimulan los sentidos. Inclasificable, todos sus responsables han insistido en lo difícil que es explicar qué es «Òpera samfaina»: hay que vivirlo en primera persona.

Con una entrada que da derecho a una consumición mínima en torno a los 20 euros, se podrán recorrer los diferentes ámbitos culinarios (la Vermuteria, la Odissea Catalana, la Diva, el Rocambolesc –una heladería– y el Mercado; este último, a su vez, ofrece los espacios «Sotamar» de pescados, «Matança» de carne y embutidos, «Hespèrides» de verduras, «Catalàctic» de quesos y «Dolça Catalunya», de postres), incluyendo una barra en la que se ofrecen tapas creadas por grandes chefs, la recaudación de cuyas ventas va destinada a distintas entidades de ayuda social (Médicos sin fronteras, el Casal de Infants del Raval, Fundación Joan Salvador Gavina).

Tast Barcelona es la empresa que se ha hecho cargo de la explotación y de la inversión (4,2 millones de euros; el Liceu recibirá como arriendo 220.000 euros anuales) y el Gran Teatre ha apoyado un proyecto que Roger Guasch, director general del coliseo, definió como «hecho a mano, aquí y con productos de proximidad».

El cineasta y escenógrafo Franc Aleu ha sido el encargado de crear los espacios, cabeza de un centenar de profesionales que ha trabajado dando forma a este espacio sin parangón. Armengol comentó que «incluso el Ayuntamiento lo tuvo difícil a la hora de otorgar los respectivos permisos por lo difícil que resulta de clasificar».

Más que al turista que pasa por La Rambla, «nos dirigimos al público local, con mucho “seny”, pero sobre todo “rauxa”. Queremos divertir y emocionar probando productos y recetas tradicionales sin entrar en la alta gastronomía». En la presentación estuvieron presentes los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca, que han asesorado el espacio apoyando al colectivo de cocineros del país. Habrá algún plato o tapa con su firma, pero son los helados del hermano pequeño de los famosos expertos los que tiene su espacio propio con una amplia carta.

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