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De banco atracado a enclave comercial en el centro de Barcelona

El Corte Inglés abandonará el 1 de marzo la histórica esquina de la Rambla

Entrada del Banco Central durante el atraco de 1981 ABC

LUPE PIÑEIRO

Este fin de semana será el último en el que los transeúntes de la Rambla puedan visitar una de sus tiendas más emblemáticas: la del Corte Inglés. Según se dio a conocer esta semana, la empresa ha tomado la decisión de cerrar las puertas de este negocio el próximo jueves, 1 de marzo, una vez tenga lugar la finalización de su contrato de alquiler. La firma también aseguró que no efectuará despidos, ya que sus trabajadores serán reubicados en el resto de las sucursales que tiene la compañía dentro de la ciudad.

Aún se desconoce qué empresa ocupará el codiciado espacio de más de 7.000 metros cuadrados ubicado en el número 23 de la plaza de Cataluña, esquina con la Rambla. Sin embargo, el gigante Primark podría ser uno de los interesados en este establecimiento, ya que que en Barcelona aún no ha conseguido establecerse en el centro de la ciudad como sí lo ha hecho en Madrid, donde cuenta con una imponente tienda de cinco plantas en el número 32 de la mítica Gran Vía.

Con todo, esta equina de la que se despide el imperio del logo verde con cursivas blancas no fue eternamente de su propiedad, ya que cuenta con una historia que pocos conocen. Desde el año 2013, el establecimiento pertenecía al grupo de inversores IBA Capital y en noviembre de 2018 El Corte Inglés hubiese cumplido 17 años en ese emplazamiento , ya que fue ese mismo mes de 2001 cuando adquirió el establecimiento que, hasta entonces, pertenecía a la firma británica de distribución Marks & Spencer. La operación estuvo valorada en 150 millones de euros. De hecho, a pesar de las grandes expectativas que la llegada a la plaza de Cataluña de la cadena inglesa generó en los medios barceloneses del momento, Marks & Spencer duró apenas dos años en esa mítica esquina, dado que había aterrizado allí en 1999.

Un atraco histórico

Pese a su incalculable valor comercial debido a su estratégica ubicación en un punto icónico de Barcelona en un momento de auge del turismo -el año pasado la afluencia de visitantes a la capital catalana creció más de un 3% según datos del Ayuntamiento-, la esquina de la plaza de Cataluña 23 no siempre perteneció al mundo de la moda. Más bien al contrario. En el pasado fue la sede del Banco Central de Barcelona. Coincidiendo con el número 23 en el que estaba ubicado, justamente un 23 de mayo del año 1981 la esquina de la Rambla y la plaza de Cataluña ocupó las portadas de los periódicos de todo el mundo cuando se produjo un atraco al Banco Central, que acabó con la toma de más de 300 rehenes y se extendió por 30 horas, que resultaron eternas para empleados de la entidad financieras y transeúntes que quedaron allí atrapados durante más de un día.

Este hecho, que se vivió de manera trágica en Cataluña y dejó como saldo una víctima mortal , tuvo lugar en la mañana de un sábado, día muy transitado en la Rambla de Barcelona, desde donde se tenía acceso al imponente edificio del Banco Central, que constaba entonces de siete plantas. La banda de atracadores estaba compuesta por once personas que ingresaron armadas al establecimiento, tomando de rehenes no sólo a los empleados de la entidad financiera, sino también a quienes merodeaban por allí, lo que explica el elevado número personas allí retenidas. Si bien nunca se aclararon los verdaderos motivos de este hecho, siempre se vinculó con el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de ese año y la posterior detención de los militares vinculados con dicha tentativa.

Un glamuroso café

Pero la historia del número 23 de la plaza de Cataluña no se agota en un punto de venta y un banco con una oscura historia. Más atrás en el tiempo, a finales del siglo XIX, allí estaba emplazado el Gran Café Continental, espacio que desde su fundación en el año 1884 se transformó en un exclusivo punto de encuentro para la sociedad catalana. Después del éxito del café, se construyó sobre él una hostería homónima, que se transformó en el primer hotel emplazado sobre la plaza de Cataluña.

A raíz de las innumerables metamorfosis que ha protagonizado el espacio en el que se cruzan Rambla y plaza de Cataluña, poco hay que temer ahora sobre los cambios que están por venir con el éxodo de la tienda del Corte Inglés. Más inteligente sería, en cambio, sentarse a esperar con qué nuevo rumbo sorprende a los barceloneses esa clásica esquina de la ciudad en cuya historia conviven banqueros, ladrones, vendedores y aficionados al café con leche.

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