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Susan Meiselas, el ojo crítico del fotoperiodismo documental

La Fundació Tàpies dedica una amplia retrospectiva a la fotógrafa estadounidense

«Molotov Man», retrato de un guerrillero sandinista a las puertas de los cuarteles de Estelí SUSAN MEISELAS

D. M.

Las fotografías, sostiene Susan Meiselas (Baltimore, 1948), detienen el tiempo, «pero para la gente el tiempo no se detiene». Así que mientras rueda el carrete y el obturador hace su trabajo, sólo queda preguntarse si esas instantáneas «representan suficientemente la verdad». «¿Esta verdad tiene alguna importancia para quien debe vivir con el tiempo?», añade la fotógrafa estadounidense durante la presentación Barcelona de «Mediaciones», r etrospectiva que recorre en la Fundació Tàpies su trabajo desde los años setenta hasta la actualidad.

La exposición quizá no sea una respuesta a la pregunta que se plantea la propia fotógrafa, pero sí que ofrece porciones de esa verdad que se trajo de sus estancias en América Central y Kurdistán, zonas calientes en las que Meiselas trabajó como reportera de la agencia Magnum y en las que empezó a establecer relaciones entre las dimensiones personales y geopolíticas. «Una foto tiene una presencia en el tiempo que es muy difícil anticipar», subraya Meiselas.

La retrospectiva, una coproducción con el Jeu de Paume de París, que podrá visitarse hasta enero del próximo año, recorre el proceso documental de Meiselas desde sus primeras series americanas protagonizadas por jóvenes de Little Italy (Nueva York), inquilinos de la pensión en la que vivía a principios de los setenta y strippers que trabajaban en ferias ambulantes en Nueva Inglaterra hasta el pack multimedia que a finales de los noventa dedicó a la masacre kurda en Irak.

Dos extremos entre las que se insertan las que probablemente sean sus series más conocidas y celebradas: las dedicadas a Nicaragua y El Salvador. En «Nicaragua», donde estuvo durante la caída de Somoza y en pleno auge sandinista, capturó instantáneas icónicas como la de los sandinistas a las puertas de los cuarteles de Estelí -«Molotov Man»- y tomó la que sería la primera fotografía de la revolución que se publicó en la prensa estadounidense:la de unos jóvenes de la ciudad de Monimbó practicando el lanzamiento de bombas.

Maltrato y violencia

En El Salvador, país que visitó en intervalos regulares entre 1979 y 1983, retrató el «horror» de un país destrozado por una larga guerra civil y en el que Meiselas llegó a pensar que sus fotografías eran «inadecuadas». Una duda permanente que, según el director de la Fundació Tàpies y comisario de la exposición, Carles Guerra, «transforma a los espectadores en ciudadanos» e interpela constantemente al ciudadano.

La retrospectiva que puede verse en Barcelona se completa con dos «Archivos del maltrato» y «Una habitación propia», trabajos con los que denuncia la violencia doméstica y el maltrato. El primero, ideado a principios de los noventa, es un collage realizado con informes policiales y fotografías de escenas de crímenes, mientras que el segundo, centrado en Black Country, una antigua región industrial del Reino Unido, se compone de cinco obras de vídeo narrativo con dibujos, fotografías de la propia Meiselas y testimonios directos.

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