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Shomei Tomatsu, el fotógrafo del Japón posatómico

La Fundación Mapfre dedica una retrospectiva al gran cronista de la ocupación estadounidense del país

Soldados norteamericanos en Japón, en 1969 SHOMEI TOMATSU

MARÍA GÜELL

Pablo Jiménez, director del Área de cultura de la Fundación Mapfre, quería descubrir al mundo el trabajo del fotógrafo Shomei Tomatsu (Nogaya, Aichi 1930-Naha, Okinawa 2012) y pidió permiso a su viuda. Ella lo pensó bien y le pidió dos años de luto. Jiménez fue paciente y por fin inaugura la exposición donde descubrimos los acontecimientos clave de la historia de Japón tras la Segunda Guerra Mundial.

La sede de la Casa Garriga de Barcelona presenta una gran retrospectiva cuyo catálogo está ilustrado con una foto de una prostituta de Nogaya muy inquietante de 1957. «En cada foto nos preguntamos qué hay más allá», subraya Jiménez sobre el trabajo de Tomatsu.

La Fundación Mapfre corre a cargo de la producción y el profesor Juan Vicente Aliaga es el comisario. «Tomatsu es un creador innovador y la innovación es una cualidad que ahora se aprecia mucho –insiste Aliaga-. Por este motivo tenemos que valorar mucho su atrevimiento en planos picados y contrapicados». También recalca que es un «organizador de imágenes» y recuerda que «cuando tenía que hacer una exposición aprovechaba para añadir algún elemento nuevo a su trabajo».

Retrato de una de las supervivientes de Nagasaki SHOMEI TOMATSU

Tomatsu fue fotógrafo y profesor de fotografía. Esta segunda faceta le sirvió para organizar una gran exposición en 1968 que recogía cien años de fotografía en Japón y con la que «los japoneses descubrieron muchas fotos desconocidas». Él creó una escuela de fotografía en Tokyo y empezó su carrera artística en los años 50.

Aviones fantasmales

Los soldados de las bases americanas le fascinaron. «No hay nadie como él que retrate la ocupación americana», afirma rotundamente Aliaga que menciona que Tomatsu recorrió casi todas las bases americanas. Inmortaliza a los soldados arrastrando material, a las mujeres japonesas con las que intimaron y los niños mestizos que nacieron de aquellas relaciones. La presencia de los aviones también atrapó su curiosidad: «para él eran como objetos fantasmales».

Su otro gran tema fueron las víctimas de Nagasaki. Un reloj, una botella, una camisa, un kimono… cualquier objeto cotidiano podía reflejar la atrocidad de la bomba atómica. Pero también tiene capacidad de reflejar la belleza de la naturaleza con una serie del cerezo en flor donde el árbol se convierte en metñafora de la belleza.

La viuda del artista viaja con esta serie de ciento ochenta fotografías a Barcelona. El espíritu de Tomatsu impregna los salones modernistas y los llena de poesía.

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