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Ángel González Abad - Los martes, toros

Torra y la Feria de Abril

Que no va a ser el president que facilite que las corridas de toros vuelvan a la Monumental barcelonesa, parece algo evidente

El nuevo ocupante de la Generalitat ha sido calificado por sus rivales políticos de "racista", "sectario", "ultranacionalista" y "supremacista", "xenófobo", y como denominador común "títere" de Puigdemont. Cada uno es esclavo de sus palabras, y Torra en eso de la democracia está, cuando menos, maniatado.

En esa "ocupación" española que vive Cataluña desde 1714, según el president, y escudriñando en todo su argumentario, uno no ha encontrado ninguna referencia hacia los toros en tierras catalanas. Solo que no quiere que Cataluña sea una gran Feria de Abril. No se si eso es bueno o malo, y a lo mejor hasta sería conveniente aprovechar esta fisura en su reclamo independentista. Quién sabe si en esa mente imperturbable queda un huequecito para la Fiesta, para el uro en el Delta, para el rito atávico del Mediterráneo... El esplendor en el XIX y en el XX, antes de Franco y de los turistas.

Si Torra mira hacia atrás, se encontrara a Companys en la Maestranza sevillana, a muchos catalanes de intachable curriculum en la Monumental, y hasta destacados consellers, antes afines, en plazas francesas como integrantes de ese éxodo al que desde hace años se ven obligados los aficionados catalanes.

Ya en serio. Que Torra no va a ser el president que facilite que las corridas de toros vuelvan a la Monumental barcelonesa, parece algo evidente. Tan evidente como que la resistencia no va a cejar en su lucha por recobrar una libertad perdida, primero por una gran mentira política y ahora por una decisión empresarial.

En la situación política que vive Cataluña, hablar de toros quizás pueda parece algo trivial, sin importancia, en un más que complicado y grave momento socio-político. Pero lo ocurrido con la Fiesta es un ejemplo de ese sectarismo y supremacismo del que se acusa al nuevo president, que durante décadas ha servido para construir su Cataluña feliz.

Quisieron que los toros fueran como el Ebro, ese río que "nace en tierras extrañas", y paso a paso en esas estamos. Pero, ¡ojo! Mira que si Torra fuera aficionado...

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