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Joan Carles Valero - Letras expectativas

Mutantia

Como el nacionalismo es la máxima expresión del proteccionismo, imagino que Pla mantendría hoy en día su análisis

Para entender lo que ocurre en Cataluña nada mejor que recurrir a Josep Pla, que fue uno de los intérpretes más acerados del alma catalana. Su escritura, fruto de una profunda y sagaz observación de la realidad, era una mezcla de interiorización y descripción de las gentes y de su manera de pensar. Intelectual que estuvo veinte años fuera de España como corresponsal de periódicos, Pla vivió cinco o seis revoluciones y por eso las consideraba inútiles. Confesaba que lo único que le interesaba era vivir en un país exactamente consolidado porque sostenía que cuando un pueblo tiene una pasión, su moral baja.

Para Pla, los españoles somos tan difíciles como nos pintan, tan arriscados como ingobernables. Sentenciaba que el español es un ser insatisfecho, pero más simpático que el resto de europeos. Una insatisfacción que en su opinión nos ha frenado históricamente. A los catalanes los definía a través de lo que consideraba uno de sus motores más visibles: la envidia. Hasta el punto de que la felicidad para Pla pasaba por no sentir ese pecado capital tan mediterráneo. Para el ampurdanés universal, el catalán es un ser que se ha pasado la vida siendo un español cien por cien y le han dicho que tenía que ser otra cosa para resolver esa insatisfacción tan hispánica. Sin embargo, creía que el catalán, en general, estaba más satisfecho que el español debido al proteccionismo de su época. Y como el nacionalismo es la máxima expresión del proteccionismo, imagino que Pla mantendría hoy en día su análisis.

Para José Luis Bonet, presidente de la Cámara de Comercio de España, de Freixenet y de Fira de Barcelona, el momento que atravesamos es de total distracción de lo fundamental, que no es otra cosa que abrirse al mundo para llevar a la gente el progreso en forma de bienestar social. El directivo y también profesor universitario tiene la sensación personal de que los catalanes atravesamos una situación cuya retórica, mutantis mutandis, le recuerda la primera transición socioeconómica que nuestro país experimentó a través de los planes de estabilización y desarrollo en la década de los 60. Muchos empresarios pasaron entonces página de lo terrible que fue la guerra civil y posguerra y dejaron atrás la retórica procedente de la autarquía para empezar a trabajar en serio con ansias de modernizar el país y de abrirse a Europa.

Salvando las distancias, ha regresado la misma retórica que antaño se rechazó para abrazar el progreso. Cataluña se ha convertido en mutantia como resultado de la mutación del cromosoma de la insatisfacción en independentismo.

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