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Ramon Espadaler - Tribuna Abierta

La mala noticia de los CDR

«Podemos decirlo más alto, pero no más claro: las acciones de los CDR no pueden ampararse en la libertad de expresión»

Una mirada retrospectiva a la pasada legislatura catalana nos permite certificar la cesión de responsabilidades de los grupos parlamentarios defensores del Procés en beneficio de las organizaciones civiles Òmnium i ANC. Esta lógica supuso que una parte importante de las decisiones que, en condiciones normales, deberían haber tomado los partidos políticos fuesen delegadas a estas entidades soberanistas.

Fue una dimisión clamorosa de las responsabilidades propias de los partidos y de sus grupos parlamentarios. En más de una ocasión y a menudo de forma ostensible, Òmnium y la ANC marcaron el tempo y la agenda de los grupos parlamentarios soberanistas y del conjunto de las instituciones catalanas.

Algo parecido puede suceder en la presente legislatura, pero ahora en detrimento de los grupos parlamentarios y de las citadas organizaciones y en beneficio de los Comitès de Defensa de la República (CDR). Si eso ocurre, será una muy mala noticia.

Además de carecer de representatividad alguna, de no responder ante alguna estructura de control o de expresarse al límite -cuando no al margen de la legalidad-, los CDR no deben marcar la agenda de las instituciones substituyendo a partidos, grupos parlamentarios o instituciones democráticas como el Parlament de Catalunya. Podemos decirlo más alto, pero no más claro: las acciones de los CDR no pueden ampararse en la libertad de expresión -como alguien nos quiere hacer creer- sino que son expresión muchas veces violenta.

Es imprescindible devolver el debate político a la cámara catalana y debe producirse entre los legitimados para llevarlo a cabo: los partidos con representación. El Parlament actual es un reflejo fiel de la sociedad catalana, profundamente dividida, lo que no debe impedir, sino más bien lo contrario, estimular la apuesta por la política entendida como debate (si lo prefieren, diálogo) entre diferentes para alcanzar acuerdos, por difíciles que sean.

Todavía estamos a tiempo. Por confrontadas que sean las posiciones de unos y de otros, todas tienen cabida y caminos para expresarse en las instituciones. Donde no tienen recorrido es al margen de la legalidad y de las instituciones.

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