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José García Domínguez - Punto de fuga

La Historia Universal del Ridículo

Del «procés», todo el mundo lo sabe a estas horas aunque nadie se atreva a decirlo en público, ya no queda más que otro chiste de Eugenio

Tenía razón el viejo Marx: la Historia solo se repite a modo de farsa. El tan anunciado «remake» contemporáneo del 6 de Octubre va camino de nada. De nada con sifón. Del «procés», todo el mundo lo sabe a estas horas aunque nadie se atreva a decirlo en público, ya no queda más que otro chiste de Eugenio. Tanto ruido y tanta furia para un chiste de Eugenio.

El error de Madrid fue tomarse en serio a Artur Mas. No se dieron cuenta de que estaban ante un simple aventurero que no tenía nada en la cabeza, absolutamente nada. Un frívolo que iba improvisando sobre la marcha, apenas eso. Uno de los yerros recurrentes de Madrid a propósito de la cuestión catalana es el de presumir, contra todo fundamento empírico, que siempre hay una gran inteligencia moviendo las palancas en la sala de máquinas del secesionismo. Por alguna arcana razón que acaso se pudiera aflorar en el diván del doctor Freud, Madrid se empeña en suponer a Metternich, Churchill y De Gaulle sentados en en los despachos de mando de la última asonada.

Contra toda evidencia, decía. Así, el coronel Macià solo fue un un pobre hombre. Companys, un sentimental capaz de las mayores insensateces. De Pujol, en fin, qué decir. En cuanto a Mas, era eso que aquí gusta tanto: un pillo. Manejaba con magistral pericia el regate corto y el ardid ingenioso, esas marrullerías de comediante fulero que en España tantas veces se suelen confundir con indicios indiscutibles de la genialidad estratégica. Y así, hasta que perdió el control de la situación y volvió a la nada de la que nunca tendría que haberse mudado. El padre putativo del «procés» era eso: un político de vuelo gallináceo, provincial, otro insensato presto a jugar de farol. Y en esto llegó Puigdemont. Enésimo frívolo, aventurero y provincial al que habrá que buscar una salida. A menos, claro, que el hombre aspire a un papel estelar en la Historia Universal del Ridículo.

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