Gerona, ni una a derechas
Ballesta, sustituto de Puigdemont en la alcaldía, forzado a dimitir tras un mandato tan corto como desafortunado
Ni una a derechas. El hasta ayer alcalde de Gerona Albert Ballesta (CDC) confirmó su renuncia al cargo tras el que ha sido muy probablemente el mandato más corto, desafortunado y patoso de todo el municipalismo en España. Como se encargaron ayer de subrayar los partidos de la oposición, Ballesta -catapultado a la alcaldía después de que su predecesor, Carles Puigdemont, fuese catapultado a su vez a la presidencia de la Generalitat- no ha dejado de meter la pata desde que hace ahora menos de 50 días asumiese el cargo. Incluso una polémica ajena a su mandato, como la que ha revolucionado Gerona estos últimos meses a cuenta de las molestias que algunos vecinos han denunciado que genera el tañir de las campanas de la catedral, se ha acabado por girar en su contra.
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Ciertamente, todo comenzó a torcerse de incio. El hecho de que Ballesta (Figueras, 1951) ocupase el número 19 de la lista de CiU por Gerona, lo que obligó, cuando fue señalado como sucesor, a que todos los que le precedían renunciasen, vino a marcar el tono de un mandato tan corto como desafortunado.
Periodista como Puigdemont
Amigo personal de Puigdemont, con quien ha compartido profesión (periodismo), Ballesta es un militante de larga trayectoria en CDC -de hecho comenzó en las juventudes del partido-, lo que no ha impedido que antes de su renuncia, y ahora como consecuencia de la misma, Gerona, capital del independentismo en Cataluña, haya sido escenario de un nuevo baile político de alianzas muy propio del muncipalismo en Cataluña.
Así, su marcha va a alumbrar un acuerdo de gobernabilidad entre CDC y el PSC -en el que han pactado dejar al margen la agenda soberanista-, del mismo modo que para intentar ganarcierta estabilidad, Ballesta llegó a pergeñar un acuerdo junto a PP y Ciudadanos. El pacto, sin embargo, se frustró a última hora precisamente por una salida de tono independentista de CDC. La imposibilidad de llegar a un acuerdo es lo que ha acabado por precipitar su salida.
Fue la última carambola, fallida, de un Ballesta que se estrenó en el cargo de manera triunfal. Su vocación independentista hizo que en la investidura optase por usar la fórmula propuesta por la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), pero con tanta torpeza que se olvidó de añadir, ni que fuese por imperativo legal, el juramento o promesa legal. Los servicios jurídicos recomendaron a Ballesta que repitiese la investidura.
Desgaste por el sueldo
La siguiente polémica, y la que seguramente más le ha desgastado en cuanto a imagen, tuvo que ver con su sueldo. Así, mientras que su antecesor Carles Puigdemont no cobraba como alcalde al hacerlo como diputado en el Parlament, el Consistorio necesitaba acordar cuál era la renumeración de Ballesta. Mientras que el ya exalcalde pretendía otorgarse un salario de 75.000 euros, el pacto frustrado entre PP y C’s lo redujo a 73.000. Finalmente, y en un intento de acercarse a ERC, el sueldo quedó fijado en 68.500, lo que por otra parte tampoco sirvió para atraerse a los republicanos, sobre el papel los aliados naturales de CDC. Ballesta cargó ayer contra ERC, a los que acusó de «demagogia» y «populismo». Haciendo amigos.
A Albert Ballesta le sustituirá la hasta ahora teniente de alcalde Marta Madrenas, el primer nombre de CDC en la lista electoral por detrás del actual presidente de la Generalitat, ya que la número dos era Isabel Muradàs, que militaba entonces en Unió y, ahora, en su escisión de Demòcrates de Catalunya.
Ante tal acumulación de despropósitos y carambolas, los partidos en la oposición se ponían las manos en la cabeza. Desde el PP, García Albiol, acusaba al PSC, ahora aliados de CDC, de echarse en brazos del independentismo. Por contra, la CUP cuestionó la nueva «sociovergencia». Gerona, un cúmulo de despropósitos.
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