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Fernando Conde - Al pairo

Los valores del PP

«En todos los rebaños tiene que haber siempre alguna oveja negra, es normal porque Mendel ya dejó claro que la naturaleza hace lo que le da la gana»

FERNANDO CONDE

En todos los rebaños tiene que haber siempre alguna oveja negra, es normal porque Mendel ya dejó claro que la naturaleza hace lo que le da la gana. Pero lo que ya no es tan normal y pasa de castaño a oscuro es que en algunos rebaños las ovejas negras sean un porcentaje demasiado significativo y, en algunos casos, que además lo sean los carneros mayores. Ya se ha hablado muchas veces del escarnio que supuso, por ejemplo, la liquidación a cuenta -de unos pocos listos- del otrora músculo financiero regional, con el agravante de que ocurrió en un momento en el que nos decían que teníamos que apretarnos el cinturón y bajarnos los pantalones al mismo tiempo; o el de las tarjetas black y las dietas de engordamiento... de carteras. El nivel de desfachatez al que han llegado algunos políticos en los últimos años es tan vergonzante que a uno ya no le quedan muchas más fuerzas para creer en la política como el noble arte de conducir la «polis».

Los últimos casos de corrupción en el PP son una lacra que sus máximos dirigentes deberían explicar y afrontar con valentía. Porque no estamos hablando de un concejal de pueblo que se haya llevado pasta de la partida de festejos, estamos hablando de todo un presidente de comunidad autónoma -y no cualquier comunidad- que, al parecer, aprovechó su privilegiada situación para hacerse de oro. Y en una circunstancia así uno distingue bien dos tipos de «corruptos», porque no es lo mismo que alguien desvíe dineros para financiar, por ejemplo, los gastos de un partido o de una campaña (en España es urgente reformar la ley de financiación de los mismos, porque los hechos demuestran que tanto escrúpulo a la hora de obtener los dineros para una causa acaban obligando a cometer actos al margen de la ley) y otra, bien distinta, es que, aprovechando que el Manzanares pasa por Madrid, de esa pasta yo me lleve mi «porqué», como se suele decir en el gremio de la corrupción organizada.

Eso es lo que ya no tiene un pase y en lo que un partido que gobierna en tantas administraciones nacionales, regionales, provinciales y municipales debería meter mano con urgencia y sin miramientos. Sobre todo, porque son muchos los políticos honrados -personalmente conozco a bastantes- a los que empieza a pesarles el verse amparados por las alas de una gaviota a la que le huele demasiado la axila a rancia putrefacción. Así las cosas, el PP necesita urgentemente una renovación, y no solo de caras, también de valores, que es palabra suficientemente polisémica.

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