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Antonio Piedra - No somos nadie

¡Pobre España!

«El PP se ha convertido en estatua de sal, en víctima de su propia corrupción e impotencia»

No se lo pierda. Peliculón a cuenta de España y de los españoles. Penúltimo rodaje el viernes pasado con la moción de censura de Sánchez . Todo un popurri retro basado en el hundimiento del Titanic, en la caza del oso, y en Lo que el viento se llevó . Auténtica tragedia griega en la que los políticos, cegados por los dioses, son incapaces de ver la realidad. El Titanic se hunde, y para ellos lo que importa es la orquesta. En la caza del oso no interesa la jauría que acosa, sino lo zombi por abatir. Y en Lo que el viento se llevó España importa un carajo, y mucho el sostén de Scarlett O’Hara.

Pero la realidad es otra. El vals de la orquesta cuartea más el edificio, y encima nadie quiere escucharlo. El PP se ha convertido en estatua de sal, en víctima de su propia corrupción e impotencia. El resto de partidos, que no son distintos sino igualitos, no creen que un iceberg asesino hunda el barco. El oso perniquebrado disimula que esté perdido, y la jauría -una batida de políticos hambrientos, vengadores y despiadados- sólo quiere su piel como trofeo. Así que el viento de la historia se los llevará a todos -caerán uno tras otro- porque todos han roto el equilibrio democrático de poderes al depositar en el judicial todos los resortes: la moral, la ética, lo justo, el oportunismo político, y hasta el dogma religioso de lo bueno y de lo malo.

Por mucho que echemos la culpa al hielo, a la bisoñez del oso polar, o a los vientos cambiantes de una belleza caprichosa, la catástrofe del Titanic -debida a un exceso de confianza y de idiotez combinabas-, se hubiera evitado con un simple cambio de rumbo . El rumbo que señalan nuestros clásicos : honradez, dignidad, decoro, vergüenza, justicia, limpieza, y conciencia de lo que es España. Ya sólo queda oso y jauría. Ambos se han puesto inexorablemente en marcha. Sánchez lo había advertido cantidad de veces: nos tiraremos al cuello de Rajoy en cuanto podamos, podemos o pudiésemos.

Pensar en España produce pesadillas . España y los españoles, llamados ahora gente, son los convidados de piedra de una viñeta de Goya en la que se destroza a garrotazo limpio a un país. Hablan de pensiones y de un nuevo proyecto social. Tópicos y comodines para un pajar sin fondo: chute en vena, mamandurria al canto, y quítate ya que vengo yo. Paso al tren. Agárrense los machos, pues para ser justos, y sin emplear la ley del embudo - Pujol, Chaves, Griñán , independentistas, el 3%, y un larguísimo etc-, habrá que mandar a la cárcel a medio país: a los que han robado doscientos mil millones de euros según las cálculos, a los impagos por cuotas en las comunidades de vecinos, y a los de las multas de tráfico. Demasiado tarde para todos. A río revuelto, ganancia de independentistas . Conclusión: que votarán todos encantados para derrumbar «los muros de la patria mía», que escribía Quevedo . ¡Pobre España, y pobres españoles!

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