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Medio Ambiente

Las lluvias desde enero casi triplican el agua embalsada, aunque sigue en niveles bajos

Los pantanos de la Confederación Hidrográfica del Duero han sumando 600 hectómetros cúbicos solo en marzo

El embalse de Santa Teresa (Salamanca) tras las lluvias de estos días atrás GHD

I. JIMENO

Las precipitaciones en forma de agua y nieve con las que ha llegado cargado 2018 están sirviendo para paliar, aunque todavía sólo en parte, los estragos en forma de sequía dejados por un 2017 en el que los litros descargados se quedaron muy lejos de lo habitual y de lo que tierras y pantanos necesitaban. Pese a la recuperación, el conjunto de los 18 embalses que gestiona la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) no llegan aún a los registros del promedio de los últimos diez años, en el los que se han intercalado periodos de abundancia en precipitaciones con otros más rácanos en agua.

Aunque las precipitaciones han sido generosas, especialmente desde finales de febrero, partían de una situación tan escasa que todavía no han recuperado la imagen que deberían presentar a estas alturas del año hidrológico (arranca el 1 de octubre). En concreto, de media, ya están a algo más del 59 por ciento de su capacidad . Un panorama más alentador que el que presentaban al arranque de este ejercicio, cuando no llegaban ni al 23, y eso que ya en diciembre habían conseguido ir nutriéndose del líquido elemento. En cifras absolutas, han pasado de unos 656 hectómetros cúbicos en sus vasos a superar ya los 1.704. Un incremento que ha supuesto que en unos dos meses y medio hayan casi triplicado las exiguas reservas con las que despidieron un 2017 para olvidar, que llevó incluso a la declaración, por parte del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, de la situación de «extraordinaria sequía» por primera vez en la Cuenca del Duero.

«Optimismo»

Y aunque las lluvias han sido más generosas en 2018, aún no se ha levantado esa declaración. Eso sí, el «optimismo» ha vuelto y desde la Confederación se confía en que a lo largo de la primavera su pueda superar la situación de déficit hídrico.

Las tierras comienzan a ganar hidr atación, muchas en estos momentos son incapaces de filtrar todo y los embalses presentan todavía niveles menores al promedio del último decenio. Cierto es que ya han conseguido superar, por primera vez en mucho tiempo, los registros que arrojaban en la estadística comparada con doce meses atrás. Lo hacen por poco y gracias a la abundancia en precipitaciones, aunque también hay que tener en cuenta que 2017 no fue un año húmedo.

Pero si se ponen ante el espejo del último decenio, la comparativa refleja que aún tienen bastante margen de mejora para situarse en un promedio normal. Están aún once puntos porcentuales por debajo (al 59,2 por ciento frente al 70,2), lo que en volumen de agua supone que tienen 315 hectómetros cúbicos de agua menos, casi el equivalente al embalse leonés de Porma al completo. Es la menor horquilla en meses.

Pese a esos registros inferiores, el panorama brindado por las sucesivas borrascas que han descargado sí ha conseguido cambiar y variar la tendencia, cuyo punto de inflexión se encuentra a comienzos de diciembre, cuando la entrada de sucesivos frentes rompió la tendencia seca que se había arrastrado durante meses. Pero ha sido en lo que va de 2018 cuando los embalses han empezado realmente a ganar líquido en sus vasos, sobre todo desde finales de febrero.

En lo que va de año, los dieciocho que gestiona la CHD han ganado cerca de 1.050 hectómetros cúbicos, lo que supone que ahora están 36,4 puntos porcentuales por encima que en el cambio de ejercicio.

Marzo ha sido la clave en el llenado. En las primeras dos semanas de este mes han recuperado más de 600 hectómetros cúbicos, casi tanta cantidad como la que tenían al decir adiós a 2017. Sólo en la última semana las aportaciones han sido de 381 hectómetros cúbicos.

De hecho, en tan sólo una semana el aspecto ha cambiado bastante. Si entonces únicamente los embalses de Burgos, Salamanca y Segovia estaban a más de la mitad de sus capacidades, y en León lo rozaban, ahora ya sólo son los de Palencia los que no alcanzan ese nivel. Es, de hecho, el punto que más preocupa, especialmente por la escasez de recursos en el pantano de Aguilar, el más grande de la provincia, que no llega a un tercio de sus posibilidades: unos 85 hectómetros cúbicos de 247 posibles.

Todos, algo menos

Aunque de menores dimensiones, hay incluso embalses que están al tope de su capacidad e incluso desembalsando, como el de Arlanzón (Burgos) o el Pontón Alto (Segovia). El de Las Cogotas (Ávila), que no llegaba a una quinta parte al arrancar el año ya tiene casi dos tercios llenos. Los cuatro de León (Villameca, Barrios de Luna, Porma y Riaño) superan el 57%; el conjunto de los burgaleses de Arlanzón y Úzquiza roza el 67%; los salmantinos (Santa Teresa, Irueña y Águeda) presentan el mejor aspecto, al 77,5%, por encima incluso del promedio del último decenio, y los segovianos de Linares del Arroyo y Pontón Alto arrojan un promedio del 73. También el soriano de Cuerda del Pozo ha conseguido estar ya a más de la mitad.

Si se tienen en cuenta todos los embalses que surcan la Cuenca del Duero (incluidos, por tanto, los privados destinados a la generación hidroeléctrica) la situación es algo inferior. Están al 49,3 por ciento de su capacidad, con 3.703 hectómetros cúbicos de los 7.507 para los que tienen capacidad.

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