Se hace saber

Ya no se pregona como antes. Y no me refiero a la falta de cornetilla y alguacil, que es de esas cosas que el progreso vino a arrancar del imaginario popular, sino a estos pregoneros postmodernos y sin chicha que se han instaurado como moda lo mismo para unas fiestas que para un pregón de Semana Santa. O un pregón de Semana Santa civil, que habiendo comuniones y bautizos civiles es lo que nos faltaba.

Con la publicación de los programas de fiesta se van dando a conocer por la región el nombre de los distintos encargados de exaltarlas para toda la ciudad o pueblo los próximos días. En Salamanca será un concursante del programa Pasapalabra el encargado de pregonar este año. En Valladolid lo harán otro cuarteto que ganaron no sé qué concurso y fueron recibidos en la ciudad como si fueran los últimos de Filipinas. Y cuando uno investiga un poco ve que al menos Jerónimo Hernández, el salmantino, es jefe de sección de Protocolo en la USAL. Aunque dudo que hayan sido esos sus merecimientos para ser pregonero.

Desde que Belén Esteban y las presentadoras de telediarios escriben libros se va todo al carajo. Ya cualquiera escribe una novela, da un pregón o vaya usted a saber qué otra peripecia. Lo mismo de esta saga de pregoneros pasamos a los concursantes de Gran Hermano, querido lector, que ya sería la atrocidad que nos faltaba. Hace no tantos años los pregones los pronunciaban escritores, periodistas, historiadores. Gente de renombre que salían o no en televisión pero que tenía algún magisterio.

Como sostiene el filósofo Gustavo Bueno: “De la televisión hay que dudar siempre”. Y me van a permitir que siga su consejo.

En La Robla, pueblo leonés, darán este año el pregón los cuatro mineros que se encerraron en Pozo Aurelio para pedir que no les dejara sin el pan negro de sus familias. Darán un pregón, sí. Al menos ellos tuvieron los arrestos de ponerse en huelga de hambre.