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Artes & Letras

Gonzalo Martín-Calero: «Sólo pretendo hacer de mi pintura un gozo de la existencia»

El artista vallisoletano ha resumido en la Plaza del Louvre, en París, seis años de trabajo, los mismos que lleva fuera

Martín-Calero, en una imagen de archivo ICAL

ANTONIO PIEDRA

-Desde hace seis años ya no vive en Valladolid e incluso cerró su estudio, ¿también ha clausurado la actividad que desarrollaba a través de la Fundación Martín-Calero?

-Es cierto lo que dice. La Fundación también cerró su actividad. Fue una lucha atroz contra el tiempo y las circunstancias. Se realizaron colaboraciones y donaciones. En este sentido, usted recordará, por ejemplo, la gran pintura que doné a la Fundación Jorge Guillén. En fin, y sin caer en la nostalgia fácil, quiero decir que la crisis económica no nos dio otra opción posible.

-Sin duda alguna, habrá razones artísticas que expliquen este cambio de rumbo, ¿podría hablarnos de ello?

-Claro que las hay. Previo a mi marcha definitiva de España en 2010 yo ya había expuesto en Asia, USA, Europa y África. Sinceramente, salí de Valladolid pensando en no volver. Necesitaba vivir, y esto se convirtió en una necesidad. Para realizar mi obra necesitaba de contrastes fuertes. Y en esto las dificultades son bienvenidas, porque se descubren mundos que no imaginas que pudieran existir. El mayor choque para mí se produjo en China. Más en Shanghai que en Pekín. Agradezco que mi obra haya sido bien acogida con una buena crítica y coleccionada en esos países en los que he expuesto y montado mis talleres.

«Crear es trascender el lenguaje, dar la dimensión única»

-¿Quiere decir con esto que sus planteamientos pictóricos han cambiado?

-Pues sí. La obra de creación se realiza a través de sus lenguajes. Crear es trascender el lenguaje, dar con la dimensión única. Por ejemplo, topar con la tercera y cuarta dimensión de las que habla el pensamiento milenario chino, fue para mí toda una experiencia pues significaba crear la obra absoluta, inabarcable.

-Se lo pregunto porque en sus múltiples exposiciones, esparcidas en medio mundo, su pintura, dependiendo de esas latitudes, ha adquirido registros novedosos e interesantes. ¿Podría decirnos en qué se ha enriquecido?

-Cierto. Se ha enriquecido en esa «Luz no usada», que decía Fray Luis de León. También en el conocimiento, y en el desarrollo del lenguaje de nuestro siglo. Y de aquí viene la confrontación con otros colores, aromas, paisajes, luces. Y de aquí también la inevitable interrelación con los otros en otros países y otros continentes que tienen otra forma de ver y entender y de vivir. Se trata de hacer una pintura cargada de belleza que perturbe. Pero no nos engañemos: No existen las casualidades, parto siempre de una estructura previa.

«Mis últimas pinturas son diferentes. Y más aún lo serán las próximas, que mostraré en 2017»

-Hablando de estructuras previas, Francisco Pino le definía a usted como un pintor esencialista y castellano «de entrañables verdades casi escritas», ¿esa relación poética y paisajística primigenias siguen ahora invariables en su pintura?

-Le responderé con rotundidad: Existían, son y serán. La Poesía sugiere y crea una evocación unida a la sensación de la mirada en la pintura. Nuestra tradición europea, mediterránea, española, y vallisoletana, nace como recuerdo envolvente de la visión previa.

-Seis años después de haber expuesto en París en Saint Louis de la Salpêtrière, vuelve a hacerlo ahora en la Place del Louvre con una obra distinta, ¿lo es tanto como se percibe desde aquí o se trata de meras lejanías?

-Desde mis últimas exposiciones en el 2010 en España y en Castilla y León, que usted conoce muy bien, y mis últimas obras expuestas en Asia, América y Europa, que también conoce aunque por imágenes y no de forma directa, existen diferencias enormes. Ahora sólo pretendo hacer de mi pintura un gozo de la existencia en una totalidad de belleza. Y aquí la belleza es un acto de terror ya que lleva en sí misma la pérdida, el instante, la contemplación. Y claro, después de esta experiencia tan agotadora, nos embarga una ausencia inabarcable. Sí, mis últimas pinturas son obras diferentes, y aún más lo serán las próximas, que mostraré en 2017.

-¿Veremos pronto en Castilla y León una gran exposición suya en la que se dé cuenta detallada de estos años de ausencia tan ricos y fecundos?

-Bueno, podíamos dejarlo en deseo. Nada me gustaría más pues, aun en la distancia, uno jamás puede renunciar a las «entrañables verdades» grabadas en el alma que decía Pino.

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