El carbón quema

La aprobación en el Congreso de una propuesta de Podemos con el apoyo de todos los grupos, excepto el PP, que insta al gobierno a cerrar las térmicas contaminantes por la quema de carbón en 2020, fecha prevista por la UE con posible moratoria de cinco años, saca a la luz un tema sensible en la Comunidad. El cese de la extracción de carbón, actividad que emplea a 4.000 personas y sujeta en zonas rurales a miles de familias, es un drama y un problema que confronta a los gobiernos central, que en primavera de 2016 aprobó y presentó en Bruselas un plan para el cierre de las minas, y el regional, que sabe que se trata de un tema complejo, más social que políticamente. Es también una patata caliente para la Junta, que acomete sin decisión las medidas paliativas adoptadas el verano pasado en el plan estratégico de recursos minerales y bien parece que, conocedora de la falta de soluciones, esperara a que el carbón queme al siguiente gobierno, porque las acciones que emprende son voluntaristas y para la galería, como el brindis al sol del portavoz en Cortes, pero no eficaces para cambiar el modelo productivo en las cuencas mineras.

El carbón también abrasa al PSCL, porque las cuencas son zonas con buenos réditos electorales. Su tibieza y carencias propositivas son manifiestas; y el funambulismo político, votar una cosa y su contraria según el botón se apriete en Madrid o Valladolid, enturbia la credibilidad. Podemos está en las mismas, una evidencia más de la falta de preparación y criterio de esta formación. Más coherente es la postura de C’s que no ha cambiado, aunque falten las alternativas. El carbón es la historia de una muerte anunciada y la desolación proviene de la banalización del problema, que más parece cuestión electoral que drama social.