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Un «guiri» feliz en Toledo

El polifacético inglés Chris Stewart, primer batería del grupo Génesis, esquilador de ovejas, marinero y otras tantas cosas, vino a Toledo a hablar de su otra gran pasión, la escritura

El polifacético inglés Chris Stewart, durante su visita a Toledo Luna Revenga
Mariano Cebrián

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«Me reconocerás por mi sombrero de cowboy y por mis gafas con cristales redondos al más puro estilo Valle-Inlcán». Así se describió antes de su cita con ABC en Toledo Chris Stewart (1951, Inglaterra) , el primer batería y uno de los fundadores de la mítica banda de música Génesis, junto con Peter Gabriel y otros más. Stewart ha estado esta semana en la Biblioteca de Castilla-La Mancha para hablar de su faceta como escritor .

Después de aquel primer contacto con el mundo de la música -ahora toca la guitarra española-, Chris trabajó en un circo, fue esquilador de ovejas en Suecia y en su país, viajó por China para escribir una guía de viajes, consiguió la licencia de piloto de vuelo y hasta fue marinero durante un año. Pero, sin duda, lo que más atrajo a este «guiri», como él mismo se autodenomina, es España y, sobre todo, Las Alpujarras granadinas, donde hace casi treinta años llegó junto a su mujer Ana para vivir desde entonces en el cortijo «El Valero».

Esta vida bucólica en Las Alpujarras granadinas le ha servido a Chris Stewart para dar rienda suelta, aunque de manera tardía, a otra de sus grandes pasiones: la escritura. Con 48 años, en 1999, es cuando escribió su primer libro, Entre limones (reeditada recientemente por la editorial Salamandra, como sus otros cuatro libros: El loro en el limonero , Tres maneras de volcar un barco , Los almendros en flor y Los últimos tiempos del Club del Autobús ).

No sé si ha visitado alguna vez Toledo. Pero, en cualquier caso, ¿qué conoce de esta ciudad?

Me acuerdo que la última vez que la visité me atrajo mucho el arte visigodo, al visitar una exposición. Este es un periodo y una cultura que desconocía y me sorprendió, y más teniendo en cuenta que los visigodos tienen muy mala prensa. En cualquier caso, Toledo es una ciudad con corazón, con un casco histórico enorme y muy bien conservado, único en el mundo. Es un placer deambular por sus calles, entre edificios medievales y llenos de historia. Además, cuenta con un museo dedicado a uno de los más grandes pintores de todos los tiempos, como El Greco.

Casi todo el mundo te asocia a los orígenes de la mítica banda de música Génesis, junto con Peter Gabriel, entre otros. Fue uno de sus fundadores y su primer batería. ¿Toca alguna vez aún la batería?

Vivo entre montañas y sería un poco absurdo tener una batería allí, viviendo tantos años solo en mitad del campo, ya que no es un instrumento muy solitario. Por eso, cuando llegué a España, e incluso antes, desde hace cincuenta años, cambié la batería por la guitarra española, a la cual adoro y, aunque sigo tocándola fatal, toco casi todos los días, pero ahora tengo las uñas destrozadas.

Usted ha hecho de casi todo en la vida. ¿Qué es lo que más le llena?

Mi familia es lo primero: mi mujer Ana y mi hija Chloe. Pero, en cuanto a las actividades y profesiones que he ejercido, me encantó ser esquilador de ovejas, con lo que me gané la vida tanto en Suecia como en Inglaterra y España. También fui marinero, aunque solo fuera durante un año, pero mi gran pasión ha sido siempre mi cortijo «El Valero», en las Alpujarras granadinas, donde llevo veintinueve años de mi vida de los que no me arrepiento por nada del mundo.

Aunque la vida en naturaleza y el esquilado de ovejas ha sido lo que mejor se le ha dado, también escribe libros. ¿Qué le animó a empezar a escribir y qué le aporta la escritura?

Me encanta escribir y, de hecho, gracias a mis libros, ahora vivo muy bien. Me convencieron para que empezara a escribir, porque no era una de mis ambiciones, primero unos amigos y luego mis editores. Pero, sí es cierto que la escritura me cambió la vida y mi manera de pensar, y pronto me involucré de una manera más intensa. Aunque comencé a escribir con 48 años, en 1999, cuando se publicó mi primer libro, Entre limones , fue como un despertar.

Sus libros son autobiográficos, hablan de su propia vida. ¿Es difícil hablar de uno mismo?

Es mucho más fácil escribir de uno mismo que inventar o hacer ficción. El colmo de la literatura es escribir novelas, crear mundos y personajes de la nada. Escribir una novela sería muy divertido, pero es muy difícil y necesitaría mucho tiempo. Yo escribo como una especie de diario, dándole un toque peculiar a mis libros, que es lo que supongo que los hace amenos.

Después de viajar por muchos rincones del mundo y al leer el libro de su compatriota Gerald Brenan, «Al sur de Granada», decidió instalarse en las Alpujarras granadinas, en concreto, en el cortijo El Valero, en Órgiva. ¿Qué magia tiene este lugar?

La sierra alta y salvaje. Siempre me han atraído las montañas. Cuando llegamos allí hace treinta años la zona era mucho más primitiva, ya que ahora todo es mucho más moderno y cómodo. Pero no quiero que el lugar pierda su esencia y se convierta en un museo para los turistas.

¿Cómo es su día a día allí?

Me levanto pronto, preparo el desayuno para mi mujer, alimento a las gallinas, bajo a sacar las ovejas y luego subo a la casa para desayunar un zumo con las naranjas frescas recién cogidas de los árboles que se extienden por el valle, además del pan artesano con aceite que nosotros mismos elaboramos. Y después me dedico al trabajo agrícola de mi cortijo: cultivar, sembrar, podar, cosechar, regar, limpiar,… un sinfín de tareas para las que no tengo tiempo suficiente. ¡Las horas del día se me quedan cortas!

Aunque lleva en España desde 1988, siempre se ha autodenominado «guiri». Pero, ¿cómo cree que se adaptó a nuestro país y cómo considera que se trata a los extranjeros en España?

Nosotros nos adaptamos con facilidad porque estábamos interesados en los mismos temas que nuestros vecinos en las Alpujarras, la agricultura. Así que, desde el principio, nos acogieron y entendieron nuestra forma de vivir como uno más. Además, yo esquilaba sus ovejas y, de hecho, me conocían como el «esquilador inglés». Pero nuestra historia es diferente a la de mucha gente que vino después, muchos «nuevos guiris» que no sabemos de qué viven. Nuestra vida allí ha sido y es muy feliz porque el tiempo que hemos pasado ha sido inigualable.

No sé si regresa en muchas ocasiones a Inglaterra. Pero, qué opina del Brexit y qué cree que sucederá a los ingleses y a los españoles (y otros extranjeros) que viven allí tras la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea?

Estoy totalmente desilusionado y avergonzado por esta decisión porque yo siempre creí en la idea de Europa no por razones económicas, sino por la libertad de movimiento y de trabajo. Además, la agrupación de los países europeos nos ha mantenido en un periodo de paz de más de setenta años. La Unión Europea no es perfecta, pero que mi país haya decidido salir de este edificio me causa una gran desesperanza.

Usted, aunque sea en el ámbito local, ha tenido contacto con la política a pequeña escala al presentarse en 2007 como concejal en la lista de los Verdes en Órgiva. De manera resumida, ¿cómo ve el panorama actual del mundo, de Europa y de España?

Ahora mismo vamos rumbo a la nada, aunque espero que salgamos de estos extremos en los que estamos, que van desde Viktor Orban en Hungría, con Donald Trump en Estados Unidos, con Vladimir Putin en Rusia y con los idiotas que gobiernan en Inglaterra, además de los muchos populistas que hay repartidos por todo el mundo. En España tenemos al PP, y no entiendo cómo la gente puede votar por un partido que está tan manchado de corrupción, de avaricia y de codicia. El PSOE está muy lejos de la perfección, pero el PP es una desgracia y yo estaría avergonzado de ser miembro de una asociación de este tipo.

¿Cuáles serían sus recetas para mejorar el mundo?

No lo sé, joder, tal vez la anarquía (se ríe). La única solución que hay pasa por cada individuo. Actuar cada uno de forma correcto, ya que pequeños actos de generosidad y de amabilidad, aunque parezca absurdo, son los que marcan la diferencia. Precisamente, el año pasado leí muchos libros sobre la historia de Rusia y en uno de ellos, Vida y destino , una novela de Vasili Grossman, se narran las historias de la gente atrapada entre el nazismo y el comunismo durante la II Guerra Mundial. En él se cuenta que al final de la batalla de Stalingrado, en frente de un grupo de jóvenes oficiales alemanes, encadenados y muertos de hambre y frío, tras cometer crueldades contra la población, una mujer rusa víctima de la guerra se agacha para coger una piedra para apedrear al primero de la cadena, pero al ver su cara cambió la piedra por un pedazo de pan. Pero este gesto, por pequeño que sea, puede salvar a la raza humana.

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