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«Un libro y una pluma» por los derechos de la Infancia - Por Emiliano García-Page

«Un libro y una pluma» por los derechos de la Infancia

«Un mundo donde los niños y niñas puedan crecer, sanos, felices y enp az, donde se les escuche

Emiliano García-Page

Hoy, 20 de noviembre, conmemoramos el Día universal de los derechos de la infancia. La Convención de los Derechos del niño de 1989, de la que se cumplen hoy 26 años, supuso un relevante hito, en el que cristalizaron todos los avances en la protección de la infancia que, en especial a lo largo del siglo XX, se fueron produciendo en la historia de la humanidad.

A fecha de hoy, 195 países la han ratificado. Este instrumento, que reconoce a los niños y niñas como agentes sociales y como titulares activos de sus propios derechos, vincula a los estados firmantes y pone el objetivo en proporcionarles un nivel de vida adecuado donde su alimentación, su educación y su protección estén cubiertas. Ciento noventa y cinco países unidos en el reconocimiento a la infancia, concienciados de la importancia de que los niños y niñas del mundo puedan crecer, sanos y felices, en un mundo en paz, donde se les escuche, donde participen, donde no se lesione su integridad física ni psicológica, donde se prime su interés superior para todas las medidas que les puedan concernir.

Nos hemos dotado, pues, de una herramienta muy valiosa para el cuidado de la infancia y, por tanto, de toda la humanidad. «Un libro y una pluma pueden cambiar el mundo»: Estas palabras, pronunciadas por Malala Yousafzai , la niña tiroteada por talibanes por ejercer su derecho a ir a la escuela, no pueden recoger de mejor forma el sentir de lo expresado por la Convención, pues la educación es sin duda antídoto contra la violencia y fuente de convivencia en paz.

Pero la historia de Malala es también una llamada al respeto al otro. Respeto que late también en todos los artículos de la Convención, y que los niños y niñas, que un día serán los hombres y mujeres del mañana, merecen: hacia su intimidad, hacia su opinión, hacia su palabra, hacia sus diferencias y peculiaridades, en definitiva.

Hoy es, debe ser, un día para la alegría. Y desde la alegría que supone esta celebración, os animamos, niños y niñas, a que elevéis la voz, a que os hagáis oír, a que colaboréis con vuestro criterio y vuestras ideas en la construcción del mundo que deseáis vivir: sin odios, sin miedo, mirando hacia delante y sobre todo caminando junto a vuestros compañeros y compañeras de viaje. Superando los obstáculos, aprendiendo de los errores, viviendo, en fin, en un mundo cada vez más justo, cada vez mejor.

Por tanto, hoy, quiero poner el foco en la esperanza. Trabajar por y para la infancia, uno de los colectivos más expuestos al riesgo de pobreza y exclusión social, es uno de nuestros retos. Este Gobierno es muy consciente de ello. Queda mucho por hacer. Nuestra sociedad debe mantener y redoblar los esfuerzos. Con el convencimiento de que esa parte más débil es lo más valioso que tenemos. Con el convencimiento de que proteger a la infancia es proteger el futuro de la humanidad.

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