Justo Pliego: «La cooperativa no es una opción, es una necesidad en Castilla-La Mancha»
Entrevista con el director gerente de la Unión de Cooperativas de Trabajo Asociado Autónomas Manchegas (Uctacam)
Director gerente de la Unión de Cooperativas de Trabajo Asociado Autónomas Manchegas (Uctacam) y socio de Pliego Romero & Toledano Abogados, Justo Pliego conoce Castilla-La Mancha al dedillo y es el más firme defensor de uno de sus valores , las cooperativas , que cree que son el futuro.
—Usted es director-gerente de Uctacam. Aparte de lo difícil del nombre, ¿qué es y para qué sirve esta organización?
—Es el órgano de representación de las cooperativas de trabajo asociado de Castilla-La Mancha para todo el Estado español. Nuestro objetivo es defender los intereses del sector regional, en concreto, a alrededor de 700 cooperativas de las 1.400 dadas de alta en la Seguridad Social.
—¿Hay mucho trabajo por hacer en Castilla-La Mancha?
—En Castilla-La Mancha tenemos un problema fundamental, y es que somos una comunidad con 919 municipios, lo cual supone el 11,5% de los que tiene España, y tenemos dos millones de habitantes, es decir, ni un 4,5% de la población total del país. Si analizamos los datos del desempleo en la región, vemos que el paro femenino y juvenil son muy altos con respecto a la media nacional. Esto demuestra que somos una región eminentemente rural, superando tan solo 38 de los 919 municipios los 10.000 habitantes, con los consiguientes problemas de dispersión geográfica, envejecimiento y pocas oportunidades de negocio. Por eso, la cooperativa no es una opción, es una obligación o una necesidad en Castilla-La Mancha.
—Usted dice que el cooperativismo es la salida. Pero, ¿por qué existen menos cooperativas que en épocas anteriores?
—El cooperativismo vivió en los años 80 su edad dorada porque en el mundo de la Administración había una postura favorable a este modelo empresarial. Pero, después ha habido pocas cooperativas porque el sector no ha sabido vender las ventajas que tiene. Por ejemplo, el poder pasar del régimen de autónomos al general en la Seguridad Social en un plazo de cinco años, con el consiguiente derecho al desempleo, un régimen fiscal más favorable y más igualdad para las mujeres. Así, aunque todos los gobiernos y todas las administraciones hablan ahora del cooperativismo, no desarrollan medidas de fomento y apoyo.
—¿Cree que en Castilla-La Mancha no hay una mentalidad proclive al cooperativismo?
—En nuestra región rara es la persona que no es cooperativista de un tipo o de otro, porque no solo hablamos de cooperativas de trabajo o agroalimentarias, que son las que tienen más peso. Sin embargo, el castellano-manchego no es muy proclive a este tipo de fórmula. Castilla-La Mancha depende mucho de sí misma y el cooperativismo puede ayudar en sectores como la dependencia, el turismo rural y los subproductos de la agricultura o de la ganadería. Estas actividades son las que tienen que ayudar, además, a fijar a la población en su ámbito rural.
—Ahora que se habla tanto del emprendimiento, ¿cree que un desempleado o una persona que busca su primer empleo tienen las cosas fáciles?
—No todo el mundo sirve como emprendedor. El emprendedor es la persona que tiene una idea, se convierte en empresario y tiene que saber gestionar, es decir, pasar de la idea a la gestión de su negocio. Pero, cuidado, un empresario que deje de emprender está condenado a desaparecer, ya que si pierde el contacto con el mercado, con nuevos productos y con la competencia, puede perder la frescura de su idea y a la larga desaparecer. De todos modos, el emprendimiento tiene que ver más con la actitud que con la aptitud. En el mundo rural, en donde la Administración no puede llegar tanto ni tampoco las grandes empresas, hay que buscar fórmulas de colaboración y de autoempleo para poder seguir ofreciendo ciertos servicios a los pequeños municipios. Esto pasa por las cooperativas, que son una manera de agrupar ideas y fondos de inversión.
—Si hay un sector ligado al cooperativismo en la región, es el agrario y el agroalimentario. ¿Es este el ejemplo a seguir para otros sectores?
—Las cooperativas agroalimentarias han sido el pasado, son el presente y deben seguir siendo el futuro de la región, pero también es cierto que tienen que dar un paso adelante. No pueden ser solo acaparadoras de producto, sino que tienen que pasar a una fase de transformación y comercialización del producto, lo que pasa por una mayor concentración y una apuesta por la calidad, no solo por la cantidad, ya que al mercado no le vale todo.
—¿Qué otros sectores económicos de la región tienen posibilidades dentro del cooperativismo?
—Cualquier empresa o cualquier idea de negocio es susceptible de funcionar con el modelo cooperativo. De hecho, en Castilla-La Mancha hay dos o tres medios de comunicación digitales que son cooperativas. Muchas de estas cooperativas nacieron tras la quiebra o desaparición de muchas empresas con la crisis, ya que los trabajadores decidieron hacerse cargo de ellas mediante esta fórmula. Eso sí, las cooperativas deben ser viables, ya que no todo vale.
—¿Se conoce el papel real que juegan las cooperativas de trabajo?
—No, somos las grandes desconocidas. Mucha gente contrata y compra servicios a empresas bajo una marca comercial, pero no sabe que detrás de ella hay una cooperativa. En épocas anteriores hubo unos sectores muy potentes, como fueron la construcción, la madera, la limpieza y la confección, que estaban sujetos a esta fórmula y que fueron la punta de lanza de la economía castellano-manchega. Por eso, es tan importante que se dé a conocer este modelo empresarial y las ventajas que tiene.
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