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«El patriota» se enfrenta a 18 años de cárcel por dos tirones y dos tentativas en Ocaña y Yepes

Los colores rojo y amarillo con los que el procesado pintó su casco y su ciclomotor, según el fiscal, fueron clave para su detención. La defensa pide la absolución por la falta de pruebas

José Miguel Rodríguez, este miércoles, llega a la Audiencia Provincial de Toledo Ana Pérez Herrera
Manuel Moreno

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A José Miguel Rodríguez Parra los colores rojo y amarillo de su ciclomotor y de su casco le delataron. Por la semejanza de los colores a los de la bandera de España, la Guardia Civil bautizó su operación como «Patriota» y detuvo a José Miguel como el presunto autor de dos tirones desde su «scooter» y otras dos tentativas en Ocaña y Yepes entre el 29 de mayo y el 21 de junio de 2017. Tres días más tarde, el 24 de junio, ingresó en la prisión de Ocaña, de donde ha salido este miércoles para comparecer en la Audiencia Provincial de Toledo.

José Miguel ha llegado engrilletado a la sala de la Sección Primera, donde ha escuchado cómo el fiscal Juan Luis Ortega ha pedido al tribunal una pena total de 18 años de prisión por cuatro delitos: dos consumados y otros dos en grado de tentativa porque no logró arrebatarles el bolso a sus víctimas.

Para el acusador público, los dos tirones ocurridos en Yepes están «perfectamente» acreditados, incluso con unas grabaciones de vídeo, si bien ha reconocido que los dos delitos sucedidos en Ocaña, en los que se empleó el mismo «modus operandi» que en Yepes, «son más difíciles de probar». En este punto, el fiscal Ortega se ha agarrado a las reglas «de la lógica y la razón» para mantener la acusación contra el procesado.

En cambio, al abogado de José Miguel le resulta «incomprensible» que la Fiscalía de Toledo pida 18 años de prisión por dos robos al tirón y dos tentativas. «Más que un homicidio y lo mismo que un asesinato sin agravantes», ha ejemplificado el letrado, Gabriel Moreno , quien hace un par de décadas defendió a Cándido Ortiz, uno de los asesinos de Anabel Segura .

Moreno ha solicitado para José Miguel la libre absolución por la falta de pruebas o, como alternativa, una condena por un delito continuado de robo y una pena de cárcel de menos de dos años. Su letrado ha puesto el acento en que «hay una absoluta falta de prueba y sí hay un rosario de presunciones». « Si estamos hablando de Derecho Penal, no bastan las presunciones », ha apostillado Moreno, quien ha criticado que la Guardia Civil no hizo ninguna prueba para confirmar que el casco y el ciclomotor de José Miguel habían sido repintados.

Coartada sin acreditar

Su defendido, que cumplirá 47 años en noviembre, ha negado ante el tribunal todas las acusaciones del ministerio público, aunque la coartada de José Miguel -ha declarado que estuvo en otros lugares durante la comisión de los delitos que le imputan- no ha quedado acreditada en la vista oral, según el fiscal.

Los investigadores de la Guardia Civil pusieron a la operación el nombre de «Patriota» por los colores rojo y amarillo del ciclomotor viejo que conducía el autor de los tirones, como describieron algunas de las cuatro víctimas en su denuncia. Otras afirmaron que el vehículo y el casco eran oscuros, azul o verde. Esta disparidad en el color se debe, según el fiscal, a que el ciclomotor y el casco fueron repintados después de que José Miguel cometiera alguna de las fechorías. El único propósito que el autor perseguía era que no pudieran relacionarle con otros tirones.

Precisamente un ciclomotor de la marca Peugeot y un casco repintados con los colores de la bandera de España tenía en su poder José Miguel cuando unos guardias civiles lo arrestaron en Ontígola, a 13 kilómetros de Ocaña, localidad donde cometió el primero de sus golpes, según el fiscal Ortega. Al tirón de su bolso que sufrió una mujer en la calle, le siguieron dos tentativas en Ocaña y en Yepes, y otro consumado en esa última población.

En Yepes el tironero se apropió, el 21 de junio, de un bolso que contenía un teléfono móvil. Se trataba del mismo dispositivo que José Miguel regaló a una conocida suya para hablar con ella, ya que esta mujer no tenía un teléfono móvil . Ella lo llevó después a la Guardia Civil al sospechar que podría tratarse de un objeto robado, puesto que José Miguel le había contado que estuvo en prisión por robos.

En efecto, el procesado salió de la cárcel a primeros de 2017 después de cumplir condena por delitos similares a los que la fiscalía le imputa ahora. Sólo cuatro meses tardó en volver a pisar una prisión, esta vez por los hechos enjuiciados este miércoles en la Audiencia de Toledo. En apenas dos horas, el juicio ha quedado visto para sentencia.

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